Que nadie se entregue…
Allí están los cantos, todavía venturosos en sus cicatrices, refugio y reparo…
Cantos, revulsivos y refulgentes, subversivos y subvirtiendo…
Vicente Zito Lema
Las escrituras de este Diciembre zigzaguean entre “quedarse sin palabras como un modo de estar afectado” como presenta Nicolás Koralsky al libro “Acompañar es político” y la “obediencia a una especie de pulsación, a una especie de latido que hay mientras escribe” que nos comparte vía el texto Lecturas, Julio Cortázar.
Entre una comisión que necesita una apuesta asamblearia, una “clase pública en el marco, entre el aula y el pasillo” que acerca el texto de Mercedes Na. Ramírez, un anillo de amatista como talismán y el olvido del corazón de las Caligrafías Nómades.
Entre las series “pensar, pintar, actuar, jugar, crear, compartir, en fin, producir salud” del texto Salud mental y justicia social, y “pensar-actuar-registrar-componer-fantasear-desear-ordenar-manifestar” de Koralsky.
Entre la proliferación de sentidos del leer que construye Fernando Stivala y la proliferación de silencios de las intervenciones del Proyecto Silencio General realizada por Pepe Miralle.
Habitan en Adynata Diciembre la escritura y los ruidos y la noche y los zumbidos y la ciudad y las murmuraciones y el buentratar y caminatas interferidas y largas pausas y los amores y las bibliotecas y 20 años de Cromañón...
Un tiempo en el que, a veces, quedarse sin palabras, paradójicamente, puede impulsar a escribir y, sobre todo, a darse a la lectura.
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