Pensé, ¿cómo orgasmear con lo que se desvanece?
Me dije: un lugar, un susurro, un viento vibrante y secreto,
urgir la vida, oír, latirla, ¿cómo se hace?
Pensé, voy a tener que decir algo con aliento fresco,
reventar el dolor callado y
trozarlo en belleza,
ser monstruo, ente espiritizado,
abrazo que ampare y nutra.
Inaprensible me dirijo al ojo y a la peste ciega.
Hambre, digo.
De que derritas lágrimas congeladas sin norte
y un árbol te espere desde siempre ahora.
Quiero intentarlo.
Son palabras bordadas de azar que gustan de trepar cabellos.
Pensé, ¿cuánto tiempo hace que las espinas se clavaron
y el mundo se detuvo?
¿Oís? Es la desventura mancillada emborrachándose
en una fiesta o soñando su resaca.
Un velo verde vuela silbando la nota extraviada,
un platillo ruge, la claridad se viste,
y si una arrogancia amenazara con tajearme
sonreiría protuberante sobre su fondo de odio
porque en el horno amanece el pan,
levadura inaudita,
eco de sal,
harina de todxs.
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