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Foto del escritorRevista Adynata

Caligrafía Nómade XVII/ Patricia Mercado

Se equivocó. Como la paloma: creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana.


Porque el error es la única salida del laberinto.


O no.


Como sea, dio por tierra con los afanes de su padre y de su madre sin sentir pena.


Así, dejó la birome sobre el informe a medio hacer y se fue sin saludar a nadie.


Sin desesperación ni inspiración: sin nada en la mano.


Llamó el ascensor. Sintió por última vez el olor del aerosol a lavanda.


Ya en la calle subió a un taxi.


El vaho húmedo de esa primavera berreta entró por la ventanilla a medio abrir.


Cruzó la General Paz sin preguntar al l Ching si era propicio atravesar las grandes aguas.


Cuando llegó a la casa de la puerta verde el auto frenó. Se bajó y siguió sus pies de memoria.


Sacó la llave plateada, chatita, del bolsillo del saco. Esa que no estaba con las otras, las del llavero con el ancla, recuerdo de Mar del Plata.


Abrió la puerta y se topó con los ojos acuosos y azules de él.


Lo abrazó en silencio. Como si los dos supieran demasiado.


Como si saber ya no importara.


En el patio ladró un perro. Por costumbre nomás.


Se había desecho del lastre de su vida a mitad de semana.


Se ahorró las pastillas y el whisky del suicidio apenas cambiando de jurisdicción.


No llevó nada, salvo su cuerpo. Tras de sí quedaron una pila de razones.


Morir quizás sea una inflexión a media mañana. El gesto mínimo de aceptar que no vale la pena.


Y ya no hacer fuerza.


Respirar y dejar que nos olviden.


Que nos lleve el rio de sombras pendiente abajo.


Los ojos azules esperaron sin aspavientos sentimentales. Como otro perro.


Entonces fue a la cocina y puso la pava en el fuego.


Preparó los primeros mates de la siguiente vida.


Cyd Twombly Myo 1951 Óleo sobre tela

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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