¡Otra vez aquí! ¡Bienvenidos, Cantos, aún en el temblor jamás te despreciamos; devotos de ti hemos sido en la patria de la infancia y en los mares del destierro! También en la perversa fiesta de la historia, cuando desfallecía el corazón humano…
¡Cantos! Pie en tierra para el asalto de los cielos, aunque nuestras piernas tambalean sobre el navío, aunque nos muerdan los perros de la resignación, aunque retumben los desprecios y cobardías de quienes nos lanzan como maldición: ¡Ya perdieron! ¡Su tiempo ya pasó!
¡Cantos! Para continuar increpando a los viejos dioses del horror! ¡Cantos!, que todavía nos aguardan, aún en la noche de las noches, cuando todo perece en la desilusión, en el descreimiento, en la terrible eficacia del lugar común…
Que nadie se entregue… Allí están los cantos, todavía venturosos en sus cicatrices, refugio y reparo… Cantos, revulsivos y refulgentes, subversivos y subvirtiendo…
Cantos y Cantos. Sueño de fuego en nuestros manos, hasta que el rostro puro del niño sufriente/de la pobreza sufriente/arroje en la hoguera la máscara de su condena; la condena de un mundo de muertos y de muerte que lo condenó a ser un ángel del espanto…
Fuente: Cantos Oscuros, Días Crueles (2019) Ediciones La Cebra.
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