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Foto del escritorRevista Adynata

chispean invertebradas estructuras subterráneas públicas / Mercedes Na. Ramirez

conversaciones con inconceptualizables1.



“Tiempo”

Inundación.

Eugenia Almeida


“Palabras para despertar los sueños y activar la trampa para pesadillas.”

Palabras para la noche.

Annie Agopian, Albertine



Como ofrendas de una infancia bibliotecada se recuperan cuatro libros. a. Cuentos que cuentan los guaraníes (1986), de Miguel Ángel Palermo; b. Arqueta de cuentos. Escritores rusos del siglo XIX2 (1983); c. El País del Más Acá y otros cuentos (1981), de Ada D. Albrecht; y d. Prohibido el elefante (1988), de Gustavo Roldán.


Tres de los libros, prologados, auguran un lugar especial a la poesía, el cuarto a la risa. Del ilustrador de éste último se lee que disfruta dibujando libros para infancias porque en ello “todo es posible”.



Natación del primer fuego.

La nueva tierra, después del diluvio, se reconoce como trabajo de un dios al que finalizada la tarea le invade una inquietud, la sensación de que algunas cosas faltaban al gentío para vivir mejor. Revela una prioridad imaginada pensando en el fuego: cocinar, encender fogones, abrigar la noche, conversar alrededor de un paralelogramo simple, un refugio entre luces y sombras móviles que dibuja lo que enciende.


Los cuervos, futuros por venir, tenían el fuego, se guarecían en las montañas, celosías de una ilusa sensación de propiedad legitimada. Devoraban humanidad, les gustaba3; emanaban imperios devotos del poder.

La tierra venidera cae en seco y no puede decirse, pero suena, expone armonía y melodía. En una voz distingue un timbre. Guturalmente llama.


Un sapo Cururú es llamado por la divinidad porque hay una urgencia: “conseguir fuego para todos”, y por algo que “sabes hacer muy bien, y es atrapar cualquier cosa que ande volando. Y acá van a volar brasas”. Lo infla el orgullo por ayudar, la divinidad se explica entre lo que se traduce como lo oído inescuchable4, la función poética de inadvertir futuros por venir. El relato cuenta que aunque no se pueda comprender en la lectura de aquello que se ha dicho, la inofensiva animalada croqueante ha comprendido. La estrategia se aviva en una divinidad que parece haber muerto desplegada sobre la selvática vegetación, el sapo logra la invisibilidad participante, es verde y está pintado de jungla. Los futuros cuervos ven al dios tendido en el suelo. Lo anhelan como presa, planean un asado. Corren, juntan ramas y hacen fuego pero al dios no se le prende ni un pliegue, no agarra, no quema. En el fragor del tiempo solo se extendía y desdoblaba la corteza de lo vivo. Yacía brasa. La idea consiste en que al hacer saltar las brasas el sapo atrape alguna al vuelo y emprenda huida. Saltan las tan anheladas encendidas a patadas del milagro, el sapo intenta pero nada. Los cuervos de futuro se extrañan por lo ocurrido ¿cuál era el motivo por el cual había saltado así el fuego? La imagen de una divinidad en el suelo continuaba. Se ensaya incansablemente para hacer saltar brasas y pescar, como aventura contra crueldades. Fuego y correntío redactan territorios para inventar refugios donde cuidar potencias que incendiando descongelen, volviendo a imaginar redistribuciones de lo que aviva/ampara/auxilia.


Demoras sueñan retozando, Cururú tragó y aguantó las llagas impresas a brasa limpia que por ofrenda es concedida. Como ingiriendo luciérnagas pero sin comerlas, dejando pasar el tiempo de exposición. La verbalidad danza siempre en entonaciones fuera de tiempo, timbrados para oídos que navegan brazadas sin timón. Aguantar el fuego, quedarse como si nada por un rato, esa fue la proeza signada.


Alguien pregunta: ¿Y el agua?


Una micro reticular opacidad sueña, a través de la obra de Henri Julien Félix Rousseau, la imagen de una fiera de manto negro ladeando ante a la figura de cierta futura humanidad por olvido frente a lo que arde. Algo se escapa a las lecturas occidentales sobre la existencia guaraní al calor del fuego que reúne, algo de lo otro como impropiedad se desaloja advirtiendo automatismos de sentido.


Picardía. Astucia, viveza, disimulo y engaño. Sagacidad, perspicacia, habilidad, como atrevimiento ya no descaran ni chispean. Permitir imaginar algo más inunda toda pasmosa operatoria indicada. Lenguas originarias litorales nombrando infancias/crías de animales plumíferos/orfandades/cultivos que florecen a siembra inadvertida pero venidera/discontinuidad de binomios/pollo de cualquier pájaro, chispean descaros en guacho/guacha5. Una guachada, una pendejada, fiereza desplumada en un infinito de multitud criada en la orfandad de la lengua. Ruin y canalla quien se anime a destajo alimentarse de trama como inmunda polilla. No toda oruga compone la eficaz hermosura efímera de una mariposa monarca ¿no se escucha, no se entiende, no armoniza? Acuíferos incendiados de guachadas aladas irrumpen esa vida individuada que hiela. Aldeas invertebradas que sin ser luciérnagas transmutan una perplejidad que en la fugacidad de días germina su obstinada rebeldía.


Como expresión chilena el término aguachar se acusa a la fauna no doméstica, que por el contacto estrecho con lo humano puede adiestrarse, asumirse en sumisión. Aguachar/inundar/mojar/encender de algo que no hiele de crueldad. En torno al fuego inconceptualizables chispean impidiendo el avance operatorio de producción. Conceptualizables/consumibles imaginan plegarias de salvación.


En la letra de The River of Dreams6, de Billi Joel, se busca algo tan indefinido que puede ofrecerse sólo a la mirada de los ciegos, como circunvalación de sueños que transitan un valle del miedo. En medio de la noche santifica el fuego y se avivan corrientes acuíferas. De lo que encandila interesa su propiedad como posibilidad de opacidad, en inconceptualizables de clínicas públicas en salud mental. Lo que enciende: la chispa, lo que derrite: el ladeo en torno al fuego, lo que aguarda para otro tiempo: la brasa como aldea invertebrada.


Si tomamos el término guacha y agregamos los fonemas /r/, /a/ se escucha guaracha. Guaracha es nombre de canciones y danzas afro-antillanas7. Territorio entre mares del caribe que resiste contra fuegos de artificio (pólvora) la conquista hasta el exterminio de su pueblo, primer territorio colonizado para la expansión europea en América. No es lo mismo el fuego que la pólvora, porque para estar/desplegarse no suenan igual ni cuentan con la misma temporalidad.


Tartas de hojaldre, recetas de lo intransferible que espera.

Contemplaciones inadvertidas de bibliotecas/mariposas guachas/guarachas por resguardar encienden excitaciones de los cuerpos avivando horrores que el poder proclama recuperar. Asan con la potencia de unas últimas chispas carnes para la gesta de otra castidad. Todo es llevado por el agua, todo termina/empieza en corrientes teóricas que construyen oceánicamente el valor de lo que hace sentido.


Si el terror enlaza indiferencias encendiendo como poderes dicen la vida, una espera cuida lo que queda en memorias/olvidos y oídos de una jungla que se incendia. ¿Cómo pensar/recordar otras fuentes/bibliotectas, que precisamente por pérdidas habrá que volver a semillar para que pies cansados se puedan refrescar? Las aldeas invertebradas se comen la trama tomando 25 universidades nacionales contra la amenaza de su extinción. Pero al parecer, los modos de manifestación conocidos no encuentran asidero en sus efectos. El veto que desfinancia la universidad pública8 es sostenido por voto en la cámara de diputados. Una letra de diferencia, vetar no es lo contrario a votar pero ambas anhelan un mismo sentido discrepando en una letra. ¿Se trata de avivar esa contrariedad en marcha? ¿Nunca fue tan fácil? Todo contra crueldades, fácil nunca. Todo es imposible.


Quizás lo mínimo, o lo suficiente para encender acuíferos/insectos guachos contra crueldades/danzar guarachas alternando lo que nombra escupiéndole al menos un asado al poder, surcando selvas que en fogatas opaquen alumbrando/reflectando operetas espectaculares con lo que enciende la fiereza de una frágil humanidad, a coro, a destajo y en contrapunto.

La asamblea de la facultad de psicología9 de la universidad de buenos aires inició una acción cooperativa de estudiantes independientes en defensa de la educación pública. Una imagen publicada muestra una cartelera publicitaria tradicional de Buenos Aires10 con la imagen del busto de todos los diputados y diputadas que votaron en contra, se abstuvieron o ausentaron en el marco de la ley del financiamiento universitario. Las imágenes individualizadas como portadas de búsqueda de paradero, se encuentran pegadas ajustadas a un cartel que expresa: “tu opinión no importa”. La opinión individual es un aumentativo de la opinión pública. No interesa la discusión entre opiniones para dar la razón, interesa la discusión para seguir pensando. La legislación es ese montón entre razón, sanción, opinión, lo público y lo que deviene, pensar/ver/escuchar puede ser también otra cosa.

Manifestaciones colectivas escuchan esa distinción y la exponen cuando notan arreglos que generan desigualdad.


La cartelera antigua de la vereda de la ciudad es utilizada como se usan las carteleras dentro de los edificios universitarios cuando algo necesita ser oído. Si la universidad sale a la calle es porque la calle dejó de entrar a la universidad. De público conocimiento es que cada vez menos personas pueden solventar trayectorias universitarias aunque insistentemente y contra todo pronóstico exista aún anhelo de que sea gratuita y de calidad. La intervención se ocupa de quienes votaron en contra de la ley pero no de quienes votaron a favor del veto de esa ley. En la noche, a la luz de faroles y tubos led, sorprende esta agudeza. Y no obstante invitan a continuar, como réplica barrial, a través de un documento digital para descargar.


A destiempo tal vez, que es a tiempo para no sustituir modos pertinentes del poder, se replique la acción con esta salvedad, pequeña letra invertida, con el deseo de hacer escuchar una historia que necesita tramas que recordar.


Al circo que se cree dignidad le sobra luz, encender algo en las penumbras estéticas de lo escénico quizás construya estructuras subterráneas públicas para hacer llegar alimento a las resistencias que faltan. Lo venidero como en un sueño queda lejos, a la vuelta de esa esquina.



1 En Marcelo Percia. Encuentros para un común pensar: Darse al fuego.

2 Alexandr Pushkin, Vladímir Dal, Vladímir Odóievski, Konstantín Ushinski, Mijaíl Lérmontov, Nikolái Garin, León Tolstói, Alexandr Kuprín, Serguéi Axákov, Antoni Pogorelski, Vsévolod Garshin, Dmitri Mamin-Sibiriak, . Cuenta la primera página del libro que “Los escritores rusos sentían interés insaciable por la poesía popular y los cuentos de otros pueblos”.

3 En el apartado Mucha guerra, se expone que la comunidad guaraní no practicaba el canibalismo por alimento, sino por razones mágicas; fuerza y poder en los adversarios podía obtenerse de tales prácticas. Otro problema entre el imperio de la fuerza/el poder y propiedad/posesión.

6 En la escritura el diálogo recupera lo que le dice el dios al anfibio como chillido interferencial. Se lee: “-Bss bss bss. ¿Entendiste? Y después, bss bss bssss; y entonces, ¡bs! ¿Estamos, m’hijo Cururú?”

7 De las Antillas, América insular. Conjunto de islas del Caribe entre Venezuela y Florida. Uno de los cuatro subcontinentes en América, conformado por dos archipiélagos: Antillas Mayores y Antillas Menores.​

8 La Ley de Financiamiento a Universidades Nacionales proponía que, "de los recursos asignados en el ejercicio presupuestario anual destinados a las Universidades Nacionales", se asigne "un 85 por ciento para gastos salariales" y el otro "15 por ciento a gastos generales y de funcionamiento". Página12 - 13 de octubre de 2024.

9 Del siglo XIX.



Henri Julien Félix Rousseau (1910) El sueño. Pintura al óleo. Tamaño: 2,04 m x 2,98 m. Estilo: Arte naíf.

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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