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  • Foto del escritorRevista Adynata

Con la carne pegada al hueso / Mara Luft

Me despierta el rocío fresco que cae sobre mi frente, los árboles bisbisan. Hace 4 días no se sabe nada de Maruja, la nena de Irma que se fue a jugar entre los naranjales, allá en el patio de atrás y la pobrecita no volvió. Tenían que ver ustedes la cara de asustados que tenían los parientes cuando fueron a buscar y no la encontraron. Se la engulló la tierra, les dije. Nunca me creen. Es por la psicosis, vi tantos doctores que ya ni me acuerdo. Yo no sé qué es, pero psicosis no es. Es otra cosa, un mal que se me trepó en la nuca a los 16 y ahí se quedó.


Yo no más escucho la vocecita de Maruja que debe estar siendo masticada despacito por esta tierra mala, no logro entender qué dice, pero habla. Todavía no grita, pero llegará el día, y ahí nadie va a poder vivir acá porque será insoportable.


Ando con cuidado. El aljibe es una cosa fantástica para los que no son de acá, ando cerca con respeto, no sea cosa que también me trague. Es tan oscuro, como si te metiese el alma hacia adentro en una negrura espesa e indecible. Hay tantas cosas tácitas, acá nadie habla.

Todas las tardecitas vuelvo a la casa de la tía Elvira, la única que me soporta y trata decentemente. De mis antepasados nada sé, solo las historias que ella de vez en cuando me contaba. Dice que llegué acá solo, ya de grande y muy perdido. Ella me cuida, anda diciendo que soy un oráculo porque mis puertas están abiertas hacia adentro.

-Pobrecita la Maruja, se habrá perdido, quizás le agarraron los pumas allá al fondo. Cirilo, si sabés algo deciles, esa pobre familia está desesperada. Y la Maruja muy inteligente no es, vos también sabés que tiene un algo, a mí no me vas a mentir, ese miércoles cuando te conté, vos ya sabías. - Elvira me zamarroneaba para que suelte la lengua que está amarrada hace tanto tiempo.


Yo no puedo hablar, balbuceo a veces y sólo Elvira me comprende. No sé qué pasó. Sí sé que la nena algo tiene, porque no se llevan a los comunes allá atrás. Elvira no les advirtió sobre esta tierra del mal. Por eso vinieron tantas familias con los hijitos. La tía hizo mal. Ahora ellos temen, y hacen bien.


Hacía tiempo que había percibido que Maruja tenía una enfermedad no diagnosticada, o mal diagnosticada, los padres vinieron de muy lejos creyendo confiados en la palabra de la tía Elvira, les dijo que estas tierras son fértiles para el cultivo. Fértil es, pero buenita no.

Elvira se siente sola hace mucho, desde que mi familia se fue, se quedó solo ella acá, pobrecita. Entonces ofertó las tierras -que también estaban más solas que perro malo porque ya nadie las trataba para cosechar-. Y ahí vinieron unos cuantos para trabajar las tierras y prosperar. El Progreso se llama este lugar.


De tanto andar, y de la enfermedad mía, sé que esta tierra es fértil porque se alimenta de la carne pegada al hueso, se devoró a tantos que ahora no paran de florecer todo tipo de árboles. Una vez escuché a Elvira hablar y decir que los colonos se quedan contentos con sus cosechas y frutos, deben ofrendar a un ser querido para que la tierra también quede contenta. Yo le creo.


En pocos días vinieron de todos lados para buscar a la nenita que se perdió entre los naranjales, allá atrás, pero las ganas se desgastan, en sus ojos se nota la desesperanza, y el temor. Maruja no aparece, varias tardes cayeron y amaneceres brotaron. Nuevas naranjas se hinchan en las ramas puntiagudas, el rocío no alimenta, corroe. La mamá llora y el papá se enoja aferrado a la botella de vidrio, están perdiendo la fe. Pero insisten.


Ellos seguirán buscando a Maruja, mientras las naranjas engordan deliciosas, y la tierra sigue engullendo y masticando despacito su carne pegada al hueso.


Simon Garden Naranjo Óleo sobre tabla 30 × 30 cm

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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