Dejarse ir / Gloria AnzaldĂșa
- Revista Adynata
- 1 jun 2022
- 2 Min. de lectura
No basta con decidir abrirse. Debes hundir los dedos en el ombligo, con las dos manos bien abiertas, desparramar lagartos e iguanas cornudas, las orquĂdeas y girasoles, volver el laberinto del revĂ©s. Agitarlo. Aun asĂ, no te acabas de vaciar. QuizĂĄ una flema verde se oculte en tu tos. QuizĂĄ ni sepas que estĂĄ ahĂ hasta que crece un nudo en tu garganta y se vuelve rana. Un cosquilleo produce una sonrisa secreta en tu paladar lleno de orgasmos diminutos. Pero antes o despuĂ©s se revela. La rana verde croa indiscreta. Todos alzan la vista. No basta con abrirse una vez. De nuevo tienes que hundir los dedos en tu ombligo, con las dos manos abiertas del todo, soltar ratas y cucarachas muertas, lluvia de primavera, elote joven. Volver el laberinto del revĂ©s. Agitarlo. Esta vez debes dejarte llevar. Enfrentar el dragĂłn cara a cara y dejar que te trague el horror. âTe disuelves en su saliva ânadie te reconoce como charco ânadie te extraña âni siquiera te recuerdan y el laberinto ni siquiera lo creaste tĂș. Has pasado al otro lado. A tu alrededor todo espacio. A solas. Con la nada. Nadie va a salvarte. Nadie va a cortar lo que te ata, cortar las espinas abundantes en torno a ti. Nadie va a asaltar los muros del castillo ni despertarte con un beso, descender por tu cabello ni subirte en el corcel blanco. No hay nadie que vaya a alimentar el anhelo. AcĂ©ptalo. TendrĂĄ que bastar contigo, hazlo tĂș misma. Y todo alrededor un terreno vasto. A solas. Con la noche. De la oscuridad debes hacerte amiga si quieres dormir en la noche. No basta con dejarse ir dos, tres veces, cien. Pronto todo se vuelve aburrido, inadecuado. La cara abierta de la noche ya no te interesa. Y pronto, una vez mĂĄs, regresas a tu elemento y como pez en el aire te manifiestas tal cual solo entre inspiraciones. Pero ya te crecen branquias en los pechos.
Nota: Gracias Sandra Daria por asomarnos a este bello poema.
Fuente: Borderlands/La Frontera: The New Mestiza, Aunt Lute Press, San Francisco, 1987
Reeditado en España por Capitån Swing Traducción de Carmen Valle.
