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Foto del escritorRevista Adynata

Demoras y amparos / Anabel Arias

I

Tiene sentido este vértigo de andar contándole las costillas al silencio.

El aire las separa.

Abre el paso que paladea el espacio.

En la curva se avizora que no fue haciéndose imposible.

Que se mire por donde se mire, sabe a la honestidad de lo insostenible.

La eternidad tiene alas de pequeño pájaro. Es una crueldad intentar capturarlo.


II

Un pez vino a contar que el tamaño de la carnada, a veces, es irrelevante.


III

Habitar la polifonía de un neologismo como quien toma un ramo de flores.

Se necesita tiempo para recorrer la homogeneidad del primer vistazo, para detenerse en cada uno de sus tonos, delinear con la lengua sus formas.

Y a veces, es sólo en el instante en que se tira de la piola, en que cada color encuentra un lugar.


IV

Se escucha diferente.

Neologismos y arcaísmos vienen a enterarnos.

Quignar lo dice hermosamente cuando titula uno de sus tratados:

“Ocurre que las orejas no tienen párpados”.


V

Hay días en los que solo se trata de transitar la pena por las moras caídas antes de hacerse dulce.


VI

Lo sublime se traza en un compás sincronizado de gestos. O ¿cómo se explica que se cierren los ojos en el equivalente instante en el que algo se estaciona en el pecho?


VII

Una crianza hace un anuncio, llama a ocupar un lugar.

Dice que el amor de los amantes reside en el instante en el que se separan.

El anuncio es claro, pero como toda carta, tiene ausencias encriptadas.


VIII

Cada vez que él dice: “acá tenemos un enigma”, ella piensa: “y bueno, tendremos poesía”.


IX

En tiempos de fragilidades algo susurra:

Hacer con lo olvidado, con lo perdido, con lo desechado

Recortar en la medida del silencio, una consistencia otra.


X

Un punto en la brújula, se marca con lo que se tiene.

Pizarnik nos enseña que para encontrarse cara a cara con alguna belleza hace falta atravesar el vértigo de lo que se termina.


Violeta Cabbara 1969 La intimidad 79 x 39 cm Óleo sobre tela

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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