Texto presentado para el espacio de Hablas patriarcales en las Jornada Grupos II 2019 “Hablas del Capital, hablas patriarcales, hablas emancipatorias, hablas coloniales.”
“Era preciso confiar en extraerle el principio de placer al capital. ¿Acaso una política auténticamente popular no sería aquella capaz de combatir amores desgraciados?”
María Moreno
La ley de Educación sexual integral, sancionada el 4 de octubre de 2006 promueve la responsabilidad del Estado de garantizar la ESI de niños, niñas y adolescentes. Para ello, en 2008 esta ley crea el “Programa Nacional de Educación Sexual Integral” a cargo del Ministerio de Educación de la Nación. Desde aquellos años se ha venido construyendo un recorrido de trabajo pedagógico y algunas veces también institucional en muchos espacios educativos y comunitarios en torno a esto.
Con el estallido de los feminismos, algo distinto ha empezado a ocurrir quizás por moda, quizás por mandato de algunos partidos, quizás por políticas en salud y educación, quizás por hartazgos ante tanta injusticia, tanto dolor y tantas muertes.
Podemos pensar que la convergencia acontecida entre una serie de acciones actuales e históricas está habilitando e inventando nuevas formas de vivir y de luchar. La aparición de la marea verde en las vigilias durante los debates en 2018 en diputados primero y en senadores después, por el aborto legal seguro y gratuito; la constitución del Ni una menos y su aparición pública el 3 de junio de 2015 visibilizando los femicidios y luego impulsando los paros internacionales de mujeres del 19 de octubre de 2016 y el 8 de marzo de 2018 y aquellas acciones que los feminismos venían impulsando desde hace muchos años, entre ellas, los Encuentros Nacionales de Mujeres (iniciados en 1986 y declarados desde el año pasado plurinacionales y de mujeres, trans, travas, lesbianas, bisexuales y no binaries) y la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito (nacida en los encuentros del 2003 y 2004) hacen visible las posibilidades que este momento histórico está ofreciendo. Un momento en el que están pasando muchas cosas en muchos lugares del mundo en torno a los feminismos que están disputando las maneras de vivir. Países como Grecia y Alemania que no conmemoraban el 8 de marzo, se están sumando, desde hace 3 años, al paro internacional de mujeres. En Italia se ha conformado el movimiento Non una di meno con nodos transfeministas en pequeñas ciudades italianas que hicieron aparición en la escena pública el 25 de noviembre de 2017, conmemoración del día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. También con Rad Fem[i] y pañuelos celestes a la italiana, llamados “feminismo de las diferencias” y No choice, respectivamente. En España, muchísimas movilizaciones, entre ellas las movidas del #yositecreohermana contra la manada, por los juzgamientos injustos ante la violación colectiva en las fiestas de San Fermín en Pamplona. Y podemos seguir mencionando la revolución kurda, las luchas en México, Irlanda, Bolivia, Brasil, entre muchas otras. “La internacional feminista, como dice Verónica Gago.
En este sentido y especialmente durante este año en Argentina observamos como se ha instalado como tema de la agenda política la implementación de la ESI tanto en espacios públicos que trabajan en Salud y Educación como también en el programa de reivindicaciones de las izquierdas. En unos a través de la implementación obligatoria de jornadas y capacitaciones, en otras, como estandarte de reclamo, lucha y, en algunos casos, producción de materiales y estrategias pedagógicas para espacios institucionales. Esto que quizás debiera recibirse como buena noticia también está dejando a la vista ciertos modos, al menos complejos, de pensar y abordar estas cuestiones. Modos que, creemos, reinstalan aquello contra lo que venimos luchando.
Podemos decir que la ilusión de correspondencia hace “pisar el palito” y hace creer que hablas patriarcales se encarnan (se corresponden) sólo en cuerpos signados por características de género, raza y clase que responden a lo mayoritario. Escribe Deleuze en la letra G (gouche) del abecedario “la mayoría supone un patrón. En Occidente (…) humano, adulto, varón, habitante de las ciudades ¡ese es el patrón! Así que tendrá la mayoría, por naturaleza, aquel que, en un momento dado, cumpla ese patrón, es decir, lo que se considera la imagen del humano adulto, varón, habitante de las ciudades.” Se podría creer así que otros géneros, otras razas y otras clases, las oprimidas, quedarían liberadas de esas texturas por constituirse en minorías explotadas. Se podría creer que quedarían a salvo de estar tomadas por esas hablas y que por sí mismas se constituirían como espacios de lucha contra esas capturas. Se podría creer así que la lucha habría que darla contra ese patrón mayoritario y no contra la gramática existencial que instalan las hablas. Deleuze advierte que el patrón mayoritario está vacío, ¿cómo y contra qué se lucha entonces?
A la derechización del mundo se suma la derechización de los placeres. A la policía de la salud que impone terrorismo pedagógico se agregan los vecinos sin placa ni patrullero que se instalan desde juzgamientos morales por donde quiera que vayas. A la consabida anatomía patológica que centra la prevención en las enfermedades y sus destinos mortales, se suman sentencias y miradas que condenan y acallan exploraciones del cuerpo y sus placeres, bajo amenaza de una interminable lista de ITS[ii]. Podemos pensar que tanto por los materiales bajados del ministerio como por muchas de las formas de abordaje pseudo progre, se estaría banalizando y vaciando de placer la ESI. Insisten así nuevos automatismos que hacen repetir un rosario compuesto por derechos, autonomía para la toma de decisiones, diversidad y género, cuerpo y salud, medios de comunicación, representaciones sociales de lo masculino y lo femenino que ponen en el centro y refuerzan la vida vivida desde enfermedades, acosos, violaciones, noviazgos violentos, violencia doméstica, femicidios (y del amor, la risa y el placer de coger ni hablar).
Así las hablas patriarcales se infiltran en las prácticas llamadas revolucionarias y vuelven a ganar terreno, esta vez hablando en inclusivo.
Risas, juegos sexuales y placeres quedan enterrados por estos nuevos automatismos, los del género, enarbolados esta vez, también por quienes buscan combatir a las hablas del capital. León Rozitchner advertía en La izquierda sin sujeto: “Hay que ir deshaciendo la "forma" burguesa, desmigajando su armadura hasta hacerla sensible e intolerante. Hay que volver a hacer sentir lo que se debe pensar, pero hay que volver a pensar profundamente para recomenzar a sentir y salir del entumecimiento.” Agregamos lo que plantea María Galindo en un reportaje publicado en SUR 24 - v.13 n.24 “reivindicamos la necesidad de construir un movimiento feminista heterogéneo. Esa homogeneidad dentro del feminismo latinoamericano, en general, de mujeres jóvenes blancas, profesionales, de clase media, es una homogeneidad que nos aburre, que nos incomoda y no nos interesa.”.
Ubicamos en las hablas patriarcales aquello que parió la noción de sujeto en tanto fuerzas homogeneizantes que instalan la fábula del uno mismo y refuerzan la interioridad como bien inmueble. La lógica de propiedad privada que busca interpelarse desde ciertas prácticas, queda inmaculada y reforzada en la mayoría de las acciones pedagógicas. Prácticas que terminan reinstalando la moral del yo y, en este caso, ciertos parámetros para el uso sano y correcto de los cuerpos. Un yo familiarista y culpógeno, sancionador y acusatorio, ya sea de derecha o de izquierdas. Prácticas que ensanchan al yo y que refuerzan formas que neutralizan la potencia del diferir. Prácticas que, desde slogans que insisten y simplifican las complejidades, saborean de recitar y recetar modalidades de prevención y abordajes centrados en riesgos y amenazas que reinstalan la lógica de las autoayudas en nombre de la revolución. León Rozitchner también advertía que para el trabajo de realizar la revolución conviene situar que “el descubrimiento de la racionalidad revolucionaria requiere descubrir la contradicción instaurada por la burguesía en el seno del hombre (mujer trans trava lesbiana, bisexual, no binarie y más) revolucionario”, en tanto supuesto que no sólo se detenga en el plano político sino que alcance el plano sensible”. En este sentido, nos seguimos preguntando con Rozitchner “¿cómo poder producir nosotros lo contrario de lo que el capitalismo con todo su sistema productor de hombres (mujeres, trans, travas, lesbianas, bisexuales, no binaries y más) produce?”.
Asistimos nuevamente a cierto accionar que reinstala aquellas formas que se buscaba desactivar. Aún en nombre de la deconstrucción de lo masculino y de los transfeminismos, proliferan microfascismos “la cuestión no es decir que no soy microfascista sino saber hasta qué punto lo soy, porque lo soy como todos; lo importante es saber dónde se detiene esto, como se agencia, como se revierte. (…) hay un límite, no a nivel de las leyes morales universales, de imperativos categóricos, sino al nivel de leyes contingentes: hasta cierto punto va bien, más allá no. Y no es una ley la que debe negociar el límite, sino un agenciamiento colectivo de vida.” (Guattari 1977, 43).
Las hablas patriarcales cooptan y fagocitan, aún lo revolucionario. Estos abordajes de la ESI intentan calar en lo privado amplificando victimizaciones, culpas, vergüenzas y silenciamientos, como sostiene María Galindo en el libro Feminismo Urgente: ¡A Despatriarcar! “plantear que el sujeto del feminismo es la alianza insólita y prohibida entre mujeres, por un lado nos permite dejar de actuar desde la "generalidad liberal de ser mujeres", plantear que el sujeto del feminismo es la alianza insólita y prohibida entre mujeres nos permite al mismo tiempo no quedarnos en el binarismo hombre-mujer, pero tampoco relativizar la condición histórica de ser mujeres en una sociedad patriarcal. Plantear que el sujeto del feminismo es la alianza insólita y prohibida entre mujeres es una matriz política nueva e inesperada (…) Una alianza ética fundada en la rebeldía; una alianza ética fundada en la que está abajo; una alianza ética fundada en la fascinación por la otra diferente; una alianza ética fundada en la contestación de todos los privilegios y todas las jerarquías al mismo tiempo. Por eso, el resultado de una alianza así es una práctica política radical que no admite priorizaciones, negociaciones, ni generalizaciones.”
Alianzas insólitas y, tantas veces, infinitesimales que pueden percibir lo que difiere y que pueden ver, entre parpadeos, el brillo-glitter de los latidos de vida
La vida se dice de muchas maneras. Apostamos a aquellas que inventen, sobretodo, nuevas gramáticas existenciales.
Con E
Porque desconfío
de la academia,
y de los partidos
porque confío
en pensamientos que se cocinan
al fuego de los cuerpos
de las complicidades
de las amistades.
Porque la lengua se me atraganta
de tan colonizada,
porque lo binario corre
por mis venas
por mi piel
y me entrampa
Porque hay chorreras de tinta
y de vidas
gastadas en estas batallas
porque sin ternura
las arrogancias las imposiciones las clasificaciones las adjetivaciones
de las clases de las casas de la camas,
no van a colapsar.
Porque el bicho, como vos, lo tengo adentro
Porque la izquierda sin sujeto
porque el derecho a ser un monstruo
porque hablo por mi diferencia.
Porque vos y yo, nos creemos “impolutEs”
y se nos filtra por los poros
la necesidad insoportable de creer
en la ilusión de que podemos
pensar lo mismo.
Porque así vamos a seguir solos
y no solEs expandiendo calorcito
a quienes sean cómo se nombren.
Porque no queremos ser más esta humanidad
porque necesitamos creer que estamos inventando otros mundos
porque así nos están matando
porque pelearemos no sólo cada vocal
no sólo cada derecho
sino sobre todo
cada capricho
que obligue a vivir
a hablar
a pensar
entre morales y corsets
que viajan escondidos aún en las mejores intenciones.
[i] Feministas radicales que se sostienen desde el biologicismo. [ii] Infecciones de Transmisión Sexual
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