De augurios, fuegos y posibles...
Que el cerebro sea devorado con fruición por un insecto. Y bailar sin cerebro; bailar la devoración
Rhea Volij
Bailar al fuego.
Una vez escuché que la noche, además de contener la posibilidad de peligros inciertos, trae consigo la promesa de un nuevo día. Hasta ahora, podemos dar cuenta que tras la oscuridad de la noche, se asoma el amanecer. Que a su vez, trae consigo la cúspide del día y que, consecuentemente, nos relega a la prosperidad de la tarde. Cada instancia milimetrica del día, augura un porvenir que aloja la continuidad. Esta continuidad no hace más que afirmar una diferencia. No se ha sabido, hasta ahora, de dos amaneceres, mediosdías, atardeceres ni anocheceres que sean idénticos. Se los atraviesa se sepa o no por única vez...
Cuando se contractura la lengua de no entender, la cita puede ofrecerse como un puntapie, una posibilidad, de empezar a hablar. Una residencia, demora, que puede o no devenir conversación. No se sabe del todo si se elige la cita o si se está siendo elegida por ella. La cita sacude como memoria de una conmoción.
Una chispa,
un rayo,
un estruendo,
el inicio de un fuego.
Citar torbellino, tan violentamente humano, puede resultar un acto mágico. El hallazgo de una emoción que irradia encanto. Citar "como la algarabia de habitar lo impropio. Hacer una residencia, ofrecer relevo, estar un tiempo en esa ajenidad"
"La poesía no es la revolución, sino un modo de saber que la revolución es necesaria".
Adriene Rich
En tiempos de desolaciones, urgen espacios para caer con los corazones todos rotos. No porque prometan soluciones instantáneas o anestesias ilusionadas ante la demasiada vida. Se precisan augurios que cuiden fuegos en los tiempos que habitamos. Darse a la cita como abismarse al azar, continuidad que afirma su diferencia , en eso que llamamos vida.
En orbitaciones de desmemorias, se vuelve necesario, recordar aquella alegría de la posibilidad de pensar en común.
Citar rescate.
Citar conversación.
Citar múltiples voces.
Citar, tal vez, como reparo.
Algo duele en la historia del pensamiento y precisa volver a pensarse. Reparar un olvido, reponer una injusticia o una desmemoria. Encontrar pistas de con quienes, en un ahora.
Darse a una cita, tal vez sea como caminar de espaldas al porvenir, en una playa desierta. Quizás de eso se trate vivir, caminar sin saber lo que viene, solo se ve "algo" de lo que ya pasó. Con la apuesta y el riesgo que ello implica. Trastabillar de espaldas puede dejarnos de cabeza al suelo admirando el cielo...
¿Pero que de la arena/la cita y el darse en todo esto?
Caminar de espaldas en estado de atención y a la vez confianza; porque no hay otro modo de encuentro, que no sea a ciegas, con lo porvenir.
Darse a la cita como augurio que insiste en que esto es sólo lo que pudimos pensar por esta vez, como única vez, hasta la próxima vez...
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