La muerte ha de ser
un gran silencio.
Ha de ser.
Ha de ser un gran olvido.
La paz
después del sufrimiento
del cuerpo retorcido.
Ha de ser
la absoluta quietud
de la palabra ausente.
Ha de ser
un encuentro impuntual
dentro del laberinto.
Ha de ser
el balbuceo inútil después
del último murmullo.
La muerte no ha de ser.
Es el enigma.