Yo creo que la revolución es una cosa muy seria, pero que el humor, el erotismo, el juego y tantos otros valores humanos son constantes a las que no podemos renunciar en ningún trabajo revolucionario
Julio Cortázar, “Mi ametralladora es la literatura”
El diseño que presenta Último round de Cortázar quiebra estructuras y lo hace en el plano de las ideas y de las formas. Por un lado, se trata de un libro revolucionario en cuanto a su presentación técnica: formato, tipografía, presencia de imágenes que apuntan a la suspensión de una lectura sucesiva y obliga al lector a una apertura de nuevos procesos mentales que establecen una ruptura con el modelo canónico de libro. Tanto en la tapa como en el reverso del libro figuran pequeños artículos que han llamado la atención del autor y con los que pretende sorprender al lector. Y por otro lado, Último round marca un giro de Cortázar con respecto al compromiso político que se perfilará en su plenitud en el Mayo francés.
La portada-despertador, en este sentido, se encuentra en estrecha relación con el diseño de los periódicos estudiantiles y con el formato de los juegos que realizaban en las calles en el mes de mayo de 1968, ya que es, sobre todo, una alusión a la obra abierta o en proceso, al permanente juego-batalla contra el tiempo. Un juego que permite múltiples combinaciones para que la obra en proceso se actualice a través de la integración dinámica de las partes.
A partir de la inclusión de textos que abordan la problemática social y política, Último Round construye la integración arte/vida o literatura/revolución –revuelta en el caso particular del Mayo francés–. Desde la portada de la obra ya se observa dicha articulación y se enuncia la tensión entre el binomio literatura/revolución. Por un lado, como una especie de epígrafe se cita al estatista Lenin: “Hay que soñar, pero a condición de creer seriamente en nuestro sueño”; y por otro, como contraposición irónica se presenta una breve reflexión titulada “La revolución no es un juego” en la que se induce a no soñar, a negar el delirio, los ideales, lo imposible, en fin, a que el revolucionario “SEA SERIO Y MATE LOS SUEÑOS”. A su vez, además de acentuar desde los inicios del texto la tensión entre la seriedad/imaginación del carácter del revolucionario, también se establece la discusión entre forma/contenido con respecto a la literatura, ya que en Último Round Cortázar rechaza las maneras literarias más rígidas donde el ejercicio estético del lenguaje condiciona y limita tanto lo expresable como su soporte.
En esta obra, Cortázar cree en la literatura revolucionaria y en la intervención en su contexto social para lograr la plena realización del escritor en todos los terrenos. Esto se confirma y cobra potencia en el texto “Noticias del mes de Mayo”, donde la poética de Cortázar ha tomado cuerpo también fuera del campo teórico y se ha unido a la práctica de la poesía en la calle: “Sean realistas, pidan lo imposible”, “La revolución es increíble porque es verdadera” (Cortázar, 2009, p. 98); “La poesía está en la calle” (Cortázar, 2009, p. 107). La lucha revolucionaria tiene su paralelo en el terreno del arte. En “Literatura y revolución y revolución en la literatura”, Cortázar señala que “la literatura revolucionaria no es solamente la que tiene un ‘contenido’ revolucionario sino la que procura revolucionar la novela misma, la forma novela, y para ello utiliza todas las armas de hipótesis de trabajo, la conjetura, la trama pluridimensional, la fractura del lenguaje” (Cortázar, 1970, p. 31). Esta noción se observa en Último round ya que no solo existe un intento de revolucionar la novela misma, sino que también su contenido es revolucionario.
En este sentido, en “Homenaje a una torre de fuego” leemos lo siguiente:
Una fuente de pura vida, algo como un inmenso amor enfurecido se ha alzado por encima de los inconformismos a medias, en las torres de mando de las tecnocracias, en la fría soberbia de los planes históricos. De las dialécticas esclerosadas. No es el momento de explicar o de calificar esta rebelión contra todos los esquemas prefijados; su sola existencia aquí [...], la forma incontenible en que se manifiesta, bastan y sobran como prueba de su validez y su verdad. (Cortázar, 2009, pp. 194-195) (Destacado propio).
La falta de calificación o explicación adquiere su sentido doble: le corresponde tanto al texto de Cortázar como a la revuelta que está presenciando. Se vuelca en la creación de un nuevo código que pretende inventar una dimensión abierta sobre la estructura cerrada, y lo hace, no solo en las páginas de su libro, sino también con el apoyo a la insurgencia en las calles.
De esta manera, Último Round es el resultado de una actitud que se opone a las formas tradicionales del libro: la actualidad política, literaria, artística, social invade sus páginas en un gesto que asume el presente en que la obra ha sido concebida. Por lo tanto, no solo existe una ruptura con la rigidez tradicional del objeto, sino también con la institucionalización de la vida atada a la moral imperante de la normalización, de lo establecido por la realidad supuestamente inmodificable del Capital, con el frío cemento de la Ciudad Estable.
Si estudiantes y obreros incitaban a una radical transformación de la vida sin reivindicaciones parciales, sin nuevos esquemas que pretendan sustituir a los vigentes, las siempre presentes miradas de la institucionalidad que sobrevuelan las insurrecciones pretendían estancarlas: antinomia crucial que nos ofrece este texto de Cortázar que intenta apropiarse del espíritu de Mayo francés:
Entonces cachiporras y gases lacrimógenos Calabozos, expulsiones: Ya aprenderán hijos de puta. ¿Qué importa, camaradas? Nada es seguro, y eso es lo seguro. Porque los monolitos durarán mucho menos que esta lluvia de imágenes esta poesía en plena calle triturando el cemento de la Ciudad Estable. (Cortázar, 2009, p.117)
La escritura de Último round construye un registro de época que nos interpela hasta nuestros días, que nos sugiere la pregunta sobre qué es una forma deseable de vida y cómo llevarla a cabo. Registro que a pesar de situarse en un espacio y contexto diferentes, nos permite ver los mecanismos de las gobernanzas del mundo para neutralizar el movimiento de lo vital: reformas, referéndum, elecciones, asambleas constituyentes, pacifismo, sindicatos, partidos: principio de gobierno y representación muerta.
Hace unos años, un compañero partícipe de la revuelta en Chile citaba a un funcionario que decía: “Han sido días muy tristes, pensamos que iba a haber un ataque anarquista contra el metro, y que al no ser reprimido enérgicamente les generó confianza para proclamar su objetivo anárquico y destruir todos los símbolos del Capital”, y sacaba la conclusión de que “cuando lo reconocen ellos, es que no es una alucinación nuestra”. Hace un poco más de 50 años, el presidente de la República francesa decía: “Se ha producido una auténtica explosión […] por grupos que se deleitan con la negación, la destrucción, la violencia y la anarquía, que enarbolan la bandera negra. Y por contagio, a partir de ahí, se produce también en las fábricas y naturalmente, también entre los jóvenes”. Reconocimientos del poder político como puntos de inflexión que dan cuenta de su miedo. Miedo ante sentencias tan hermosas como “La humanidad será feliz cuando el último burócrata sea colgado con las tripas del último capitalista”.
En Último round Cortázar encarna la caracterización del escritor rebelde que se aparta de las formas consagradas del lenguaje para experimentar nuevos modos de expresión tanto en lo literario como en lo vital, es decir, la conjunción que se realiza en el texto permite complejizar el lenguaje como potencialidad de obediencia y sumisión, o resistencia y rebelión. Y cuando adquiere estas últimas dos particularidades es precisamente cuando se compromete con la vida, cuando nos encontramos ante una literatura que articula el arte y la vida mediante sucesos que narran “la Palabra en la piel de los jóvenes, desnuda y nueva, pegada a lo real, a lo vivible” (Cortázar, 2009, p. 112) y que exigen que “el derecho de vivir no se mendiga: se toma” (Cortázar, 2009, p. 116). La literatura, en este sentido, tiene el germen de anticipar posibilidades, de crear presentes vivibles o de acentuarlos en el caso de Último Round en el contexto del Mayo francés. En fin, la literatura contiene fuerzas de libertad que escapan a las recuperaciones del poder, de la “Gran Costumbre”, del “Gran Consumo”, para formar parte de una “poesía que está en la calle” articulando la rebelión de lo vital que acontece mediante el lenguaje, que exige que seamos realistas y pidamos lo imposible y que escribamos en los muros de la Tierra que tanto el sueño como los deseos son la realidad.
Referencias bibliográficas
Carbone, A. (1983). “Mi ametralladora es la literatura” en Revista Crisis, Buenos Aires.
Cortázar, J. (1970). “Literatura en la revolución y revolución en la literatura” en MARCHA, N° 1477.
Cortázar, J. (2006). Último round. México: Siglo XXI.
Martínez, T. E. (1998). “Tres historias de Mayo” en La Nación. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/ nota.asp?nota_id=96793.
Riobó, V. (2007). “El libro-objeto en la obra de Julio Cortázar” en Borges-Cortázar. Penúltimas lecturas. Buenos Aires: Circeto.
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