La Gran Cama y la insurrección popular (La revolución por debajo de la cama)
Dedicado a las Madres de la Plaza de Mayo
Este relato se basa en numerosas historias que me han sido contadas por amigos y compañeros que participaron activamente en el Argentinazo. Estoy en deuda con ellos por su tiempo y su confianza al compartir conmigo sus experiencias y observaciones personales. Sin duda este relato será atacado por los que lo consideren ofensivo, como una provocación anarquista basada en rumores. Todo lo que les puedo contestar es que confío más en las versiones de los que luchan en las calles que en las de sus críticos.
La Cama era grande. Tenía que serlo, porque debajo estaban los dirigentes de toda la izquierda argentina, además de los líderes de las tres confederaciones sindicales.
Si uno se atreviera a formular una pregunta impertinente diría: ¿Qué hacían debajo de la Gran Cama durante el levantamiento popular -el histórico Argentinazo? Muchas cosas (que sólo ellos podrán referir) y nada. Esta paradójica situación tiene una explicación fácil. Los líderes pasaron varios días y noches discutiendo entre ellos y dentro de sus grupos y publicando muchos manifiestos revolucionarios desde sus sitios fijos bajo la cama. A diferencia de aquellos militantes que sucumbieron a la fascinación de la insurrección, los líderes brillaron por su ausencia de las manifestaciones de masas, marchas y de los programas de distribución de alimentos en los supermercados.
Bajo la cama, la izquierda estaba distribuida en cuatro esquinas según su sabiduría: la electoral, la intelectual, la revolucionaria y la voyeurista. En la mitad de la cama se amontonaban los dirigentes de las tres centrales sindicales: la oficial, la disidente y la disidente extraoficial.
El cuadrilátero de la izquierda revolucionaria, por su parte, estaba subdividido entre el Partido In-Operario (PiO), el Partido de la Revolución Socialista-Para Ayer (PRS-PA), Partido de la Revolución Socialista-Para Mañana (PRS-PM), Partido Bolchevique Sin-Saqueo (PB-SS) y los dos segmentos del anteriormente unificado Partido Proletario (PP) dividido entre el PP-AL (Partido Proletario Anti-Lumpen ) y el PP-AE ( Partido Proletario Anti-Espontaneidad.)
Antes del Argentinazo, el PiO mostraba generalmente las pancartas más grandes de auto-bombo en todos los desfiles. Pero en el Argentinazo no se dejaron ver para nada. Pero lo compensaron publicando la mayor cantidad de panfletos, anuncios y manifiestos a las "masas que se levantan." Fueron tan generosos con sus consejos a los trabajadores rebeldes como cautelosos en la protección de sus cuadros.
La ausencia de todos los dirigentes de la izquierda revolucionaria no fue el producto de algún consenso entre los pendencieros Secretarios Generales, fue más bien el resultado de deliberaciones entre cada secretario general y su politburó.
El PRS-PM consideró que las condiciones objetivas y subjetivas no estaban maduras. Según su Secretario General el Argentinazo fue sólo la primera etapa de un "proceso molecular, cuyo carácter de clases aún no se hace visible".
El PiO llamó a sus cuadros a vender el periódico, pero que se abstuvieran de participar en confrontaciones directas, a fin de evitar "que se confunda nuestro programa con la línea de frente popular de los caceroleros de clase media". Según un documento interno, "en las manifestaciones los trabajadores y los desocupados estaban mezclados con la clase media, y era importante esperar hasta que se desarrollara una mayor polarización para aclarar la situación".
Las dos alas del PP estuvieron ausentes del Argentinazo porque "no había liderazgo programático o político". En una palabra, las masas no consultaron a la vanguardia. Según los dos oráculos de los dos PPs, el saqueo de negocios no era el camino a la revolución. Según los dirigentes de los PP, el camino correcto era que los oficinistas y los trabajadores de los supermercados se unieran con su partido y exigieran la expropiación del capital. La división entre los PP se hallaba en el tema de la caracterización del "proceso". Un sector, el PP-AL, sostenía que el "llamado" Argentinazo fue básicamente una "actividad dominada por el lumpen que, sin embargo, incluyó a algunos jóvenes desocupados desorientados, a los que debieran aproximarse los cuadros del PP."
La otra sección, el PP-AE argumentó que había sido una protesta "puramente espontánea" sin dirección ni programa, que corría el peligro de ser infiltrada por la extrema derecha, peronistas, oportunistas, etc... El Secretario General ordenó que sus cuadros volvieran a las fábricas y convocaran a asambleas para discutir una Huelga General, y que no se dejaran distraer por la juventud pequeño burguesa rebelde.
Los dirigentes de la Confederación Sindical se reunieron en la mitad de la Gran Cama. El Gran Califa del Sindicalismo Oficial denunció al Presidente después que éste había sido obligado a demitir, y defendió al Presidente siguiente, antes de que él renunciara. Su principal objeción fue que el gobierno había confiscado los fondos de pensión del sindicato, lo que impidió que el Gran Califa terminara de pagar las cuotas para su penthouse multimillonario en Miami. El Presidente del Sindicato Disidente Oficial denunció al Presidente antes de que dejara el cargo y se sacó una foto con el segundo Presidente durante su primer día en el puesto. Calificó el Argentinazo de una "victoria para el pueblo sobre el FMI y los Bancos" y pasó a decirle a la gente que volviera a sus casas y que esperaran hasta que el nuevo Presidente realizara la "revolución nacional popular". Ya que habló desde debajo de la cama, sólo sus funcionarios remunerados lo escucharon y aplaudieron. El Secretario General de la Confederación Disidente-No-Oficial, fue el más vehemente en su denuncia del Presidente saliente. Durante el Argentinazo había estado tan profundamente ocupado en la elaboración de un Programa para Combatir la Pobreza, que no había visto a los pobres enfrentando a la policía en las calles y aliviando su pobreza al llevarse alimentos de los supermercados. Durante el levantamiento, el Secretario General estuvo negociando con otros dirigentes sindicales. Según un portavoz, su ausencia de todas las marchas y reuniones masivas en las plazas, fue debida a su preocupación por la planificación estratégica. No podía perder su tiempo con protestas de todos los días.
La izquierda electoral saludó la caída de los Presidentes y exigió nuevas elecciones. La izquierda de la izquierda exigió elecciones a una asamblea constituyente, en la reunión de conmemoración de los 30 combatientes callejeros que murieron. Sin duda los diversos partidos de izquierda revolucionario-electoralistas encontrarán excelentes razones para luchar entre sí por la "hegemonía" en las listas electorales.
Algunos intelectuales de izquierda estuvieron suficientemente enfurecidos para unirse a los manifestantes callejeros (sus cuentas bancarias habían sido congeladas y no pudieron salir de vacaciones.) Algunos escribieron sobre el "fin del neoliberalismo" y el "significado histórico del 20 de diciembre" basándose en su observación de los eventos televisados, las noticias en Internet y, en algunos casos arriesgados, las observaciones hechas desde sus balcones y los informes de los vendedores de los quioscos vecinos. El sonido y la furia de las manifestaciones de masas resonaban en sus palabras escritas, pero no se oyó ni una palabra de su parte en las plazas y en las avenidas ensangrentadas.
Los mirones de izquierda estuvieron de verdad en las calles -a título personal. Ellos sí que olieron el gas. Vieron a las muchedumbres, desde lejos. Se movieron rápida y perceptiblemente cuando apareció la policía a caballo. Vieron las caras ensangrentadas, a las Madres golpeadas, a los combatientes callejeros. Tomaron nota de todo. Se quedaron impresionados por el coraje de los manifestantes y perturbados por la violencia. "Si sólo las cosas hubieran continuado pacíficamente..." fue un refrán común enviado a su larga lista de corresponsales de correo electrónico.
La Gran Cama hospedó a la Izquierda organizada. Todos estaban dispuestos a salir de debajo de la Gran Cama y presentar batalla cuando las condiciones estén maduras, el lumpen se quede en las villas, y los proletarios nos llamen- no cualesquiera trabajadores, tenía que ser una clase obrera disciplinada, organizada, con ciencia de clase, agrupada en soviets.
Mientras tanto, con la multitud rebelde en las calles y la policía utilizando munición de guerra, el mejor lugar para desarrollar una perspectiva clasista prístina y lúcida era... debajo de la Gran Cama.
Traducción: Germán Leyens
Fuente: Relebion.org, 4 de enero 2002.
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