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Foto del escritorRevista Adynata

Leer: la eternidad en el instante / Fernando Stivala

Los libros como las primeras citas: enamoran o decepcionan.


¿Cuál es el valor del libro, de los textos, de lo que leemos para nosotros en un contexto como hoy? ¿Para qué sirve leer? ¿Cómo se hace esa operación, esa lectura? Los libros (y las citas) viene a anunciarnos que hay transformaciones que hay que pensar de una manera nueva. Vienen del pasado y nos permite hacer una actualización de algo que los autores mismos no conocieron. 


I

Leer: una sesión.

En la misma época que Deleuze y Guattari están escribiendo Mil Mesetas, Félix está abriendo un curso o seminario que se llama Cartografías Esquizoanalíticas que va a dar lugar a un libro que se publica en 1984 con el nombre del curso. 

En la primera sesión del curso, el 9 de diciembre de 1980, Guattari muestra el camino: “para mí, solo tendría sentido este seminario si funciona. Es decir, precisamente, si las diferentes ideas teóricas que voy a proponer aquí sirven efectivamente a la gente.”

Llama a cada encuentro del curso sesión. Se dice sesiones de fotografía y de kinesiología entre otras prácticas. Se le dice sesiones a lo que hacen diputados y senadores en un Congreso cínico y cambiante. Se llama sesiones a los encuentros programados donde se intenta suscitar que coincidan el deseo de hablar y el deseo de escuchar.

También existen sesiones de lectura.


II

Leer: una práctica.

El esfuerzo cae del lado del lector o lectora. La exigencia de conectar los problemas que nos pasan con las teorías o lecturas de otros tiempos. No es un ´para qué nos sirven´ descreído. Es el esfuerzo de continuar el trabajo del pensamiento en los cuerpos, en las prácticas, acá en la tierra. Y a partir de ahí ver con qué nos quedamos, con qué no, qué nos falta para seguir abriendo líneas de fuga.

Hay obras o pensamientos congeladas en libros cuya actividad va mucho más allá de la fecha en la que fue elaborada. Son máquinas que no se reducen al uso inmediato de una coyuntura. Siguen activas para otras aventuras. El problema otra vez del lado de lector y la lectora. Cuánto estamos avivados de que lo que leemos es algo que obliga a pensar el presente y no suponernos situados en la época en la que el texto se escribió. 

Por más que a veces parezcamos pasivos recibiendo, nunca se da eso solo. Se da en simultáneo con una actividad mental. Qué estamos pensando, con qué conectamos, qué problemas nos suscitan, con qué se chocan, qué nos traba.


III

Leer: un incendio.

¿Qué se hace con las bibliotecas? ¿Se las quema o se las conserva? 

La lectura habitual que tenemos impregnada desde la escuela es la que supone que el libro remite a un sentido previo, latente. Que hay una palabra consistente que alguien nos dirige y hay que hacer un gran trabajo para ver qué es lo que el texto nos dice. Es la lectura teológica porque remite de manera mecánica a un modelo bíblico de lectura. La palabra ya está hecha, ya está contenida en el texto, y el punto es ver cómo nos relacionamos con la letra para que el mensaje aparezca. Sea Dios, alguien inteligente, el saber de una época. Habría un contenido y hay que descifrarlo. Decir bíblica o teológica es decir una lógica, una manera de leer, no el objeto libro.

Podemos sostenernos en otro tipo de lectura. La anti teológica. Que la podríamos llamar: diabólica, brujerías, fuerzas heterogéneas, multiplicidad. 

Entonces ¿adaptación al mandato de la época y quemar la biblioteca, o nos aislamos en la lectura y no salimos más a la calle? 

De cuantos binarismos todavía tenemos que seguir escapando. O tener calle sin leer, o ser un intelectual sin práctica. Puras abstracciones.

No se hasta dónde conviene joder con los libros y el fuego, pero ahí hay una larga historia no acabada, no consumida. Leer claramente levanta pasiones. Hay veces que te obsesionas tanto con un libro que no podés dejar de leerlo, de citarlo, de llevarlo a todas partes, de compartirlo. Hay veces que se obsesionan tanto con los libros que quieren incendiarlos, cancelarlos, prohibirlos, censurarlos.

Desde la Ética de Spinoza en la Holanda de 1677 hasta la Cometierra de Dolores Reyes en la Argentina del 2024 por poner arbitrariamente dos fechas.


IV

Leer: una extraña amistad.

Seguir yendo a la biblioteca a buscar libros, pero no permanecer en una lectura conformista donde se supone que el saber está ahí. Una cosa es tener el saber y otra cosa es no parar de buscarlo sabiendo que no se posee. El invento de los griegos versus los sabios de Oriente. Tener a la sabiduría es muy distinto que buscarla, que tender afinidades, que intentar hacer amistad con lo extraño. Ese es el verdadero significado de la FiloSofía.

Si la lectura es una tentativa de captar un sentido ya constituido insistimos en la noción de experimentar. Leer entonces es capturar un fragmento de sentido y seguirlo con un funcionamiento en la experiencia. El sentido no está todo entero en el texto, nunca puede estarlo. Hay más bien una conversación ya empezada donde se escucha algo interesante según un problema que se tiene y eso se usa como pieza de otra máquina de funcionamiento, de otro sentido.

La experimentación es la exigencia de crear el sentido ahora, de potencias actuales. Ese actual no desaloja al libro, lo trae como un material al cual trabajar. No hay adaptación, sino trabajo.

No hay reproducción, sino seguimiento. 


V

Leer: una transformación.

Todo libro tiene un afuera, y son otros libros. Y también lo no textual.

Un libro no dice nada si no lo ponemos en conexión con otros textos, y con disposiciones no discursivas de la existencia: afectos, pasiones, preguntas, angustias, luchas, prácticas, amores, problemas, convivencias, viajes, fantasías, separaciones, militancias.

Todo eso se pone a funcionar con el libro.

El sentido no está encapsulado o latente. El texto no se dice hasta que no se pone a funcionar con otros textos, y con otras instancias no discursivas: prácticas.

Páginas rizomáticas. No hay línea interior que reúna una coherencia unificada.

Cada línea con dinamismo propio, singular, consistiendo, y a la vez sin corresponder a ninguna línea evolutiva, ni organizada, ni coherente.

Otro binario del que conviene escapar: caos/estructura. Si nos salimos de la coherencia y el sentido encapsulado también nos encontramos con formas de consistencia y organización situadas.

Líneas que irán mutando, se irán transformando.


VI

Leer: un escritorio.

Burroughs dice que el lenguaje es un virus. Somos animales infectados de lenguaje y eso no dejó de profundizarse y contagiarse hasta hoy. Ese virus luego se volvió información, datos, algoritmos, memoria codificada, reproducción de ideas, representación, estrato, diagnósticos, recetas, medios de comunicación, endurecimientos. Entonces la escritura libre y despojada sería una vacuna. A veces se la llama literatura, poética, o ensayo. Una intervención sobre eso que nos ha infectado: el lenguaje.

Escribir (la otra cara de leer) no es reproducir la lógica del virus, sino intervenir sobre ella. No es usar palabras, sino reconectar con la multiplicidad.

A través de la escritura se involuciona. Donde el virus nos hace evolucionar, la escritura nos hace involucionar. Cuando conecto una multiplicidad con otra, lo que se va armando ahí, en esas conexiones, es una gran línea de fuga, una gran alianza insólita. Involuciones que no hay que pensarlas en el sentido de regresiones, sino en conexión entre multiplicidades heterogéneas que ponen en juego una línea de salida que escapa a lo establecido.

Responsable por derecho, el brujo o la bruja es el que se hace cargo de que haya multiplicidad.

Si el afecto no es un sentimiento personal ni tampoco un carácter. Es la efectuación de una potencia desconocida que desencadena y hace vacilar el yo, que lee y escribe.

Escribir es hacer brujerías. Revolver pócimas, experimentar dosis, cocinar singularidades.

No hay lógica, hay alógica.

Esto quiere decir que finalmente y como fondo de todos los devenires carecemos de una lógica frente a todas las lógicas posibles. Lo que hay son compatibilidades o consistencias no previstas por lógica alguna. Lo propio del brujo y la bruja es detectar y crear lógicas. Ahí descubre conexiones que ninguna lógica había previsto.

Bodas contra natura. Alianza entre cosas que no están tomadas por una política de humanización. Rasgos e identificaciones muestran qué va con qué. Qué pega con qué. Escribir es una manera de salirse del humano. Experiencia de entrar en el mundo contra natura. Investigar y participar de multiplicidades. Escribir no es mover los dedos en un teclado o una hoja. Leer no es seguir el hilo de los renglones. Es entrar en un devenir. No sabemos hacia donde se va, pero partimos igual. Habitar el naufragio, crearnos balsas.

Involuciones. Alianzas y no filiaciones.

Involución es esa forma de creación entre heterogéneos, no algo que retrasa. Si la evolución es un camino que lleva a la formación de un ideal; en cambio el movimiento de involución, si se lo saca de la línea de regresión, es creador. Regresar es ir hacia lo menos acabado o completado o codificado o representado. Es un paso atrás hacia el punto en el que somos más porosos y porosas respecto a formas heterogéneas, desconocidas, y anómalas.

En la involución buscamos los entres que la evolución cierra.


VII

Leer: un clásico.

La época en la que vivimos a veces llamada capitalismo no es una zona libre de experimentación. Para conquistar esa zona libre siempre hay que tomar una decisión de cómo se resiste a las distintas presentaciones de la coyuntura de la época.

A la realidad como a los libros hay que extraerle algo. Ni someternos por entero a ellos, ni desconoceros. Extraerles algo para ponerlos en función en un tipo de experimentación y problemas actuales. Entender es extraer ese algo para poder pensar los problemas que nos asfixian. 

No hay transmisión posible, eso supone un sentido a perdurar.

Todo un tema en el famoso Así habló Zaratustra de Nietzsche. Libro que recomiendo les lean a las generaciones venideras, y a todos los que puedan.

Zaratustra es el tema del fracaso en lo que se vuelve un nuevo Dios. Se está yendo muchas veces para no generar discípulos.

Y el super humano. El porvenir como un problema del hoy. Un viento que sacude los valores establecidos. Un más allá de la medida. Una desmesura. Una demasía.

La eternidad vivida.

El Zaratustra de Nietzsche es algo del futuro, implica algo extraordinario que ponga en movimiento algo que no está en movimiento.

El sentido que produce lo que se escribe no se puede saber, porque el lector es un ser radicalmente otro. Se va a deshacer la obra en función de sus exigencias del presente. Salvo que sea un discípulo.

Hay una extraordinaria confianza de que los otros saben más de sí mismos que lo que uno cree que sabe sobre los otros. Es una obviedad, pero todas las instituciones de saber piensan lo contrario y así dan las cosas. 

Hay un saber de sí. Todos tenemos un saber de si mucho más sabio que lo que nos diga otro. El tema que tenemos que despejar es de qué se trata ese saber. Claramente no es un saber solamente de la conciencia. No es un saber al estilo receta: ´Ya sabemos lo que tenemos que hacer. Ya sabemos que fumar nos hace mal y lo tenemos que dejar.´ Sabemos que las cosas no funcionan así.

No hay transmisión tal cual, sino que se combinan cosas que no sabemos hacia donde van a disparar.

Cuando leemos un libro se está en una eterna conversación. 


VIII

Leer: un martillo.

Dicen Deleuze y Guattari en Mil mesetas en el capítulo del Ritornelo:

Habría que oponer dos tipos de saberes o de actitudes frente al conocimiento: una que consiste en "reproducir", otra que consiste en "seguir". Una sería de reproducción, de iteración y reiteración; otra sería de itineración, el conjunto de las ciencias itinerantes, ambulantes. La itineración se reduce con demasiada facilidad a una condición de la técnica, o de la aplicación y de la verificación de la ciencia. Pero no es así: seguir no es lo mismo que reproducir, nunca se sigue para reproducir. (...) Reproducir implica la permanencia de un punto de vista fijo, exterior a lo reproducido: ver circular estando en la orilla. Pero seguir es algo totalmente distinto que el ideal de reproducción. No mejor, sino otra cosa. Uno está obligado a seguir cuando está a la búsqueda de las "singularidades" de una materia, o más bien de un material, y no tratando de descubrir una forma; (...) cuando deja de contemplar la circulación de un flujo (...) y es arrastrado por un flujo turbulento (...)”

(...) Hay ciencias ambulantes, itinerantes, que consisten en seguir un flujo en un campo de vectores en el que las singularidades se distribuyen como otros tantos "accidentes" (problemas) (...)”

En el seminario de Guattari que mencionamos al inicio hay una fina atención a la contingencia y a la singularidad de las situaciones que llevan a rehabilitar el contenido que hasta entonces había tendido a desaparecer o quedar subsumido bajo las lógicas significantes. Por eso propone contar las propias experiencias corporales, sueños, angustias, etc. Todo eso tiene lugar cuando se trata de pensar. Lo único que no vale es moralizar, juzgar, suponerle a algo un bien o mal previamente. Bloqueadores del pensamiento. 

Esta es la perspectiva creadora que proponen en Mil mesetas. Una caja de herramientas esencialmente ética, política, y clínica. 

Dejarnos arrastrar y no contemplar queriendo entender. 


IX

Leer: una emoción.

Miren lo que decía Deleuze sobre la lectura y sus cursos universitarios: “duraban dos horas y media: nadie puede estar escuchando a alguien dos horas y media, por lo que no estaban dirigidos a ser comprendidos en su totalidad. Un curso es antes una especie de materia en movimiento de la que cada quien toma lo que le conviene. Más aún: hay quienes se duermen a la mitad, y no se sabe por qué misteriosa razón se despiertan en el momento que les interesa”. Un curso, dice Deleuze, “es ante todo una emoción. El problema no es seguirlo todo, sino despertar a tiempo”.

Leer: abandonar por un rato lo que se quiere buscar, para luego quizás, volver a encontrarlo.

Dice Diego Sztulwark: “Leemos porque necesitamos ante todo escapar a las redes de cierto “interpretacionismo del todo”, presente tanto en los reduccionismos del deseo como en los de una política encapsuladora de los imaginarios, cultora de prácticas en zonas cerradas y oscuros claustros de partido o grupo. Una primera potencia de leer es la de habilitar una salida donde no la veíamos, y lo hace al mismo tiempo en un doble nivel: el de los afectos individuales (también inconscientes) y el de las fuerzas colectivas (con sus luchas y conquistas).”

Dice Henri Meschonnic que toda lectura requiere de una relectura.

Pero no para memorizar o conocer mejor el texto. Se va abandonando la obediencia al texto en favor de un ojo que se saca las telarañas de la costumbre y aparece múltiple. Un ojo donde las frases le resuenan, lo interrogan, lo hacen pensar.

Como escribe Percia en Darse a la lectura: “A veces, la acción de desleer importa más que la de leer. Desleer supone leer por primera vez lo ya leído. Leer escrutando lo leído con un oído por aparecer. Escribe Juan L. Ortiz: “Todas las cosas decían algo, querían decir algo. Había que tener el oído atento u otro oído fino, muy fino, que debía aparecer”.”


X

Leer: una salida a la obediencia.

Spinoza rechazó en 1673 ser profesor de una catedra de filosofía en la universidad de Heidelberg. Si bien la oferta le garantizaba vivir económicamente mejor prefirió optar por esta opción. Sabía que aceptar la oferta le hubiera quitado tiempo para seguir leyendo, pensando, y escribiendo libremente. Le hubiera limitado su independencia intelectual teniendo que responder a los valores establecidos del ámbito universitario.

Como hizo Hegel, el filósofo del Estado. Su filosofía se trató de calcar el humano ya dado. Nunca una filosofía puede solo describir el estado actual de las cosas. Ahí no filosofa, se saca el problema de encima. Es solo reproducción.

Una buena pregunta aliada para verificar qué se está haciendo es: ¿para quién trabajas? ¿quiénes son tus jefes?

La potencia política de un librazo o de un clásico no es la del manual para la acción, sino la de insistir en la pregunta por las profundas razones de la obediencia y suscitar un deseo de libertad de pensamiento.


XI

Leer: la eternidad en el instante.

Spinoza escribe en la Ética: “No dejamos de sentir y experimentar que somos eternos”

No tenemos que entender la eternidad como un tiempo infinitamente extendido, no es inmortalidad del alma. Eternidad es estar fuera de tiempo. ¿Se puede eso? Leer siempre fue una actividad anticapitalista. Para leer se necesita tiempo, pero todavía algo más: estar más allá del tiempo.

Una especie de eternidad vivida, como le pone Deleuze a la última clase del curso sobre Spinoza.

O como dice Goethe en el Fausto: “¡Detente, instante, eres tan bello!”

Podríamos decir: leemos para sentir y experimentar que somos eternos. Con la fantasía de estar deteniendo el instante.



Por último; dice Nietzsche en el aforismo 366 de La gaya ciencia: “¿Y dónde encontrar nuestros nuevos filósofos?... Ellos son espíritus que deben vivir al aire libre, entre montañas o cerca del mar, o allá donde las condiciones sean severas, solitarios y alejados de la multitud, porque sólo así puede despertarse su fuerza creadora, su impulso a la reflexión. No podemos pensar si no estamos al aire libre, caminando, en movimiento. Los que piensan sólo entre libros, o incluso los que únicamente piensan al escribir, no pertenecen, en rigor, a la especie de los pensadores. El verdadero pensador quiere la soledad, y quiere y necesita estar en contacto con lo que es inclemente y salvaje para poder crear".


Leer: una salvajada, una barbarie.

Leer: una emoción, una pasión, un incendio.

Abandonar por un rato lo que se quiere buscar, para luego quizás, volver a encontrarlo.

Una sesión.

Leemos para buscar salidas ante la obediencia.

Leer: no quedar víctima de eso que se lee, sino hacer el ejercicio de recorrer los caminos sinuosos de lo propuesto, y después sí o sí, crear un lenguaje para lo que se necesita.

Nos entregamos al viaje de lo escrito.

Nos transformamos en esa entrega, en esa lectura.

Involucionamos.

Leer: un escritorio, un martillo.

Ni para venerar, ni para repetir, ni para consumir, ni para criticar.

Quizás, para detener el tiempo.

Leer: una práctica.

En ese acto que parece pasivo, ya hay ideas, imágenes, sensaciones que se ponen a tejer más allá de la voluntad.

Leer: una extraña acción.

Una extraña amistad.

La eternidad en el instante.



Chen Wei Leyendo 2013 18 x 22.5 cm


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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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