LuciƩrnagas / Lafcadio Hearn
- Revista Adynata
- 31 oct 2024
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I.
Me gustarĆa hablarles de luciĆ©rnagas, pero no desde un punto de vista entomológico. Si alguien estĆ” interesado en el aspecto cientĆfico, y asĆ deberĆa ser coma puede aprender de un profesor japonĆ©s de biologĆa que da conferencias en la Universidad imperial de Tokio. Firma como S. Watase[i] (la āSā corresponde a Shozaburo), fue profesor y estudiante de ciencia en Estados Unidos, dónde se publicaron varias de sus charlas acerca de la fosforescencia y la electricidad animal, acerca de los órganos productores de luz de insectos y peces, y otros hermosos temas de la biologĆa. Ćl puede contarles todo lo que se sabe sobre la morfologĆa de las luciĆ©rnagas. Su fisiologĆa, su fotometrĆa, la quĆmica de su sustancia luminosa, el anĆ”lisis espectroscópico de su luz y la importancia de dicha luz en tĆ©rminos de vibración del Ć©ter. Por experimentación puedo mostrarles que, bajo condiciones normales de temperatura y ambiente, el nĆŗmero de pulsaciones luminosas producida por una determinada especie japonesa de luciĆ©rnagas promedia 26 por minuto; y que su nĆŗmero puede aumentar a 63 si el insecto se asusta. TambiĆ©n puede probar que otra especie mĆ”s pequeƱa, cuando se la atrapa en la mano, aumenta la cantidad de pulsaciones de luz a mĆ”s de 200 por minuto. Ćl sugiere que la luz podrĆa revestir algĆŗn valor de protección para el insecto, como los olores de advertencia de determinados ciempiĆ©s venenosos o mariposas, porque la luciĆ©rnaga tiene un sabor muy amargo que los pĆ”jaros parecen rechazar. Observa que a las ranas no les molesta su feo sabor: llenan sus frĆos estómagos de luciĆ©rnagas hasta que la luz atraviesa su piel, como la luz de una vela brilla a travĆ©s de una jarra de porcelana. Les sirva como modo de protección o no, las luciĆ©rnagas parecen usar su pequeƱo dĆnamo de muchas formas. Como fototelĆ©grafo, por ejemplo. Del mismo modo quĆ© otros insectos conversan a travĆ©s del sonido o del tacto, la luciĆ©rnaga expresa sus emociones a travĆ©s de sus pulsaciones lumĆnicas: su discurso es en una lengua de la luz. Solo les doy algunos indicios de las caracterĆsticas que tienen las clases del profesor, que nunca son meramente tĆ©cnicas gran parte de este ensayo no cientĆfico, en especial en lo que respecta a la captura y venta de luciĆ©rnagas en Japón, se lo debo a algunas de las exquisitas conferencias que dio el aƱo pasado en Tokio.
II.
La escritura actual del nombre japonĆ©s para luciĆ©rnaga (hotaru) estĆ” compuesta por el ideograma de āfuegoā duplicado sobre el ideograma de āinsectoā. El origen del nombre es, sin embargo, dudoso; y se han sugerido nuevas etimologĆas. Algunos estudiosos creen que el significado original apelaba al sentido de āla primera hija del fuegoā; otros sostienen que, en sus orĆgenes, el nombre estaba compuesto por sĆlabas que significaban āestrellaā y āgotaā. Los sentidos mĆ”s poĆ©ticos, me temo, son los menos probables. (ā¦)
III.
Muchos lugares en Japón son famosos por sus luciĆ©rnagas. La gente los visita en verano sólo por el gozo de verlas. El mĆ”s celebrado desde tiempos lejanos es el pequeƱo Valle de Ishiyama, a orillas del lago Omi. TodavĆa se lo llama Hotaru Dani, o el Valle de las luciĆ©rnagas. Antes del perĆodo Genroku (1688-1703), el enjambre de luciĆ©rnagas en este Valle durante la estación calurosa era considerado una de las maravillas naturales del paĆs. Las luciĆ©rnagas del HotaruĀ DaniĀ todavĆa suscitan admiración por su tamaƱo, pero los hermosos enjambres que describĆan los antiguos poetas ya no saben. Hoy en dĆa, el lugar mĆ”s popular para ver luciĆ©rnagas es en las cercanĆas de Uji, en Yamashiro. Uji, un pequeƱo pueblo en el famoso distrito del tĆ©, se encuentra a orillas del rĆo Uji, y es apenas menos famoso por sus luciĆ©rnagas que por su tĆ©. Todos los veranos, trenes especiales que van de Kioto y de Osaka a Uji, llevan a cientos de visitantes a ver las luciĆ©rnagas. Es en el rĆo, a unas cuantas millas del pueblo, donde se puede apreciar el mayor espectĆ”culo, el hotaru-kassen, o la batalla de las luciĆ©rnagas. En esta zona, el Arroyo serpentea entre colinas verdes, y mirĆadas de luciĆ©rnagas se lanzan desde ambas orillas para reunirse sobre el agua. Por momentos hay tantas juntas que forman una nube luminosa, una gran bola de destellos. La nube pronto se disipa, o la bola cae y se rompe sobre la superficie de la corriente, y las luciĆ©rnagas flotan a la deriva con su brillo. Enseguida otro enjambre se reĆŗne en el mismo punto. La gente espera en botes durante toda la noche para apreciar el fenómeno. Cuando la batalla de luciĆ©rnagas termina, se dice que el rĆo Uji, cubierto por los cuerpos todavĆa centelleantes de los insectos caĆdos, se parece a la vĆa lĆ”ctea, o -como suelen llamarlo poĆ©ticamente los japoneses- el RĆo del Cielo. QuizĆ”s fue despuĆ©s de presenciar semejante espectĆ”culo que el gran poeta Chiyo-ni compuso los siguientes versos:
Kawa bakari Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā ĀæEs acaso solo el rĆo?
yami wa nagareteĀ Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā ĀæO la oscuridad misma va a la deriva?
hotaru kana                                  Son las luciérnagas[ii]
Ā
[i] El profesor Watase es graduado de John Hopkins. Desde que se publicó este ensayo, sus famosas conferencias japonesas sobre luciérnagas han sido reeditadas en un hermoso tomo único. Sólo el frontispicio a color -en el que se muestra a luciérnagas sobre las ramas de un sauce llorón por la noche- vale el precio del libro.
[ii] Es decir, ¿son luciérnagas las que veo a la deriva en la corriente? ¿O es la noche misma, con su enjambre de estrellas?
Fuente: Selección de fragmentos del capĆtulo "LuciĆ©rnagas" en La canción del arrozal. Ranas, cigarras, libĆ©lulas, mariposas, luciĆ©rnagas y grillos en la poesĆa japonesa. Ed. TambiĆ©n el caracol. Bs. As. 2019
[N. de Ed.]Ā Lafcadio Hearn (1850-1904) IrlandĆ©s de nacimiento pero nacionalizado japonĆ©s y enamorado de su paĆs adoptivo, fue uno de los principales divulgadores de la cultura japonesa a travĆ©s de texto que van desde el estudio del caparazón de los cangrejos, pasando por historias de fantasmas, cuentos de hadas y relatos romĆ”nticos sobre tierras lejanas, hasta el anĆ”lisis del sistema industrial japonĆ©s. Viaja Japón en 1890 para documentar costumbres y escribir artĆculos sobre la cultura japonesa para Occidente. Conmovido y hechizado por el encuentro con su atmósfera espiritual y estĆ©tico-sensible, se convierte al budismo, contrae matrimonio con la hija de un samurĆ”i, fija residencia en la isla y adopta el nombre de Kozumi Yakumo. Publica Kokoro. Impresiones de la vida Ćntima del JapónĀ (1896), Juntando espigas en los campos de BudaĀ (1897), En el Japón espectral (1899), SombrasĀ (1900), Kotto: curiosidades del japón revestidas de telaraƱas (1902), Kwaidan (Cuentos fantĆ”sticos). Historias y estudios de extraƱas cosas (1904).
