“Lo que escinde”
En cada elección, la falta de garantías, anticipa un cierto desdoblamiento. Un doble movimiento o trabajo, que diferencia el decir con el hacer. A veces, hay que decir que se ama para saber si se quiere, hay que irse para saber si quedarse, hay que elegir para elegir. La primera se sostiene en la palabra, la segunda en el acto. Si este último se adelanta, se hace presente sin necesidad de giros o promesas, que abundan cuando en caso contrario, es la palabra la que intenta forzar al acto, promulgando una elección que aún escinde.
“Sobre intercambios”
En ocasiones, las conversaciones e intercambios más fluidos, se dan entre las personalidades más dispares. En cambio, entre personas que todo comparten y lo mismo sienten, el silencio es un merecido, momento de descanso. “A un amor desconocido”
“Ni yo ni nadie conoce del amor”. Lejos de ser esta una afirmación pesimista como decir lo contrario, es el propio desconocimiento el que encarna al asunto. ¿Qué otra cosa lo representa más que la incertidumbre? ¿No será el inverso de lo que llegado el día decidimos llamar amor? ¿No será ésta su primera muestra de decadencia? Poner en palabras, finalmente nombrar lo que hasta hace poco no sabíamos cómo. ¿No es acaso cuando las palabras escasean cuando más se ama?
Será un detalle superfluo, que lo sumerge a uno en el absorto. Donde, desde todos los puntos, reconoce al otro en el más puro vacío que nos refleja el conocimiento. Donde lo cancela, lo debela y finalmente cae insostenible, pero esta vez, por la única razón de que ya no se desea sostener. Porque ya no se desea, porque ya no se desconoce.
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