“Nuestra felicidad se posa sobre las más movedizas de las arenas sobre los terremotos más frágiles, a lo largo de los océanos, y la añoramos cuando desaparece, arrastrada por el vaivén de las olas o por la movilidad de suelo. Construimos castillos de naipes que pueden ser destruidos por el soplo más leve y entonces decimos: ”La felicidad no es de este mundo””
A. Libertad
“Debes construir la lengua que habitarás, construir la casa donde no vivas solo y encontrar los antepasados que te hagan más libre. Y debes construir la educación sentimental con la que amarás de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad general, porque los que despiertan son la pesadilla de los que aún duermen”
Tiqqun
La instauración de un único y totalitario tema de conversación, una única preocupación, una única enfermedad, una única urgencia social. Es como si el hambre, la falta de trabajo, la necesidad de vivienda, los manicomios, las cárceles, el gatillo fácil hubieran desaparecido, fugado a otros territorios…
La Pandemia del Hartazgo insiste:
“X casos positivos de coronavirus en Argentina, X nuevos fallecimientos en las últimas 24 horas” Un mero número en un océano de números, en un mundiverso de números. Un caso más, un muerto más, una palabra más que infunde miedo e incertidumbre en los medios de domesticación masiva. ¿Quién será el siguiente?, ¿Me tocará a mí?, ¿Acaso es esto una competencia?
El miedo aumenta día a día, sube decididamente: miedo a enfermar, a perder a un ser querido, a perder ese trabajo con el que se sobrevive, miedo a morir y no haber vivido lo suficiente... Miedo a contagiar, miedo a convertirnos en un arma biológica destrucción masiva sin siquiera saberlo. Culpa por enfermar. En fin... miedo.
¿El miedo gobierna?
¿El miedo es la mejor forma de gobierno?
¿Cuántas vidas vale gobernar?
Mientras, ir al trabajo, ver a los alumnos con hambre, con miedo, la burbuja... JA! PUFF!... se desintegra, como todo lo demás. Aunque parece que algo persiste más allá de todo: Las mentes cada vez más empobrecidas y dormidas, que sueñan que son libres. Que la libertad "es", y "es" cosa individual, personal privada.
“Faltan camas”, "Quédate en casa", enfermarse ya es malo pero además no vas a tener quién te cure. ¿Karma? Pero además no olvidemos las otras pandemias a las que nos acostumbramos: la violencia de género, travesticidios, femicidios, crímenes transodiantes…
Todavía exigimos la aparición con vida de Tehuel.
"Distancia social" para cuidar, para que en algún momento, esa distancia, termine en cercanía.
"Cierre de puestos de trabajo", "cierre de escuelas...contagio en escuelas...aislamiento de alumnxs y docentes", "personas en riesgo", "protocolos", "emergencia sanitaria", “las burbujas”, ”los contactos estrechos”, “los no tan estrechos”, ”las persecutas”, “las paranoias”, “las sospechas”, “los test”, “las vacunas si o no”, "camas de terapia intensivas ocupadas en un tanto por ciento", "vuelta a determinada fase". Acecha, aparece silbando bajito el miedo, la angustia, la incertidumbre.
Mientras las camas se llenan, los barbijos cubren las caras, ¿vamos vacíos y desnudos en el aislamiento que implica cuarentena?. Los hospitales se colapsan de un virus desconocido, como algunas viviendas de problemas familiares: violencia, separaciones, miseria, hambre, desempleo e incertidumbre. Hogares se quiebran en pedazos de viviendas de 4 metros cuadrados. El coronavirus deja en evidencia una sociedad más bien un mundo, carcomido por el virus de la desigualdad e indiferencia. Se alza un mundo nuevo en paralelo: la virtualidad que expone aún más las desigualdades. Estas adentro con los recursos técnicos o te quedas afuera. Se agilizan horas de traslado al trabajo, trámites; quizás ni haga falta vestirse ya, sólo lo que se ve, lo que vas a mostrar.
Interpela esta situación difícil de atravesar, no se puede abrazar,¿hasta cuando? queda esa sensación áspera, fría como la nieve, limitados al distanciamiento social.
Crueldades amplifican voces en tiempo de aislamiento social: estar en todo, estar para todo y demostrar ser lo suficientemente bueno como para merecerlo. Intentos estériles de creerse diferente de la masa domesticada. Tiranías del estar en común exigen adaptarse.
Alguien está con covid,
Alguien está duelando a quien no pudo despedir,
Alguien se pregunta si es una técnica adaptada preguntarles ¿cómo están para arrancar?
Estares en común en tiempos de distanciamiento social se preguntan cómo alojar tanto dolor.
*Texto confeccionado a partir de retazos, respuestas de actividad virtual de la comisión 16, a un año y poco más de covid y distanciamiento social.
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