Instrucciones para constreñir una vida sin desorientarse.
Profesionales y familiares acabando juntos con los pánicos mor(t)ales - Si esa joven vida está buscando un nombre, o incluso si eligió uno, usted siga llamándola por el nombre que le han puesto al nacer.
- Si habla de sí en masculino, y a usted no le parece, sin querer, pífiele.
- Póngale siglas al padecimiento. Diga: es un t.c.a. o un t.o.c. o un t.e.a. o un t.l.p. Aclarando siempre que “depende del caso por caso”.
- Empatice con la madre con un “hay que entenderla, no es fácil ser madre de una adolescente”.
- Encuentre explicaciones para todo, no deje cabos sueltos, evite los enigmas.
- Si usted percibe alguna extrañeza, apúrele alguna idea clara que contenga el verbo ser.
- Si la joven vida se practica cortes buscando alivio, dígale que son recaídas y que tiene que ser más responsable y no lastimarse. Hable con firmeza, no crea que está violentando un cuerpo.
- Si olvidó todo lo anterior y no sabe cómo hacer, esta máxima puede ayudar: mate lo innombrable con un nombre que (no) nombre.
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