“Lo personal es político porque no hay nada personal”
Mark Fisher
(alerta spoiler de Poor things y El niño y la garza)
(Escribir desde la incomodidad. Encontrar huecos en los que tratar de pensar desde otras aristas. Cuidar las críticas para cuidar las cercanías afectivas. Encontrar otros focos que no encandilen. Estar ahí pero estar de otra manera. Cuidarse de no quedar atrapada en lo calcado de ciertas repeticiones ni de ciertas resistencias. Sobre todo en las del señalar cómo pensar / militar / actuar / interpretar / analizar. Escribir tratando de pescar el pulso en el que estoy. Escribir bordeando las tensiones entre el tono de una voz, el automatismo al restablecimiento del YO, la indicación de por dónde, la búsqueda de lo ya dicho. Perseverar en lo que (me) posibilita algo.)
Se escuchan en el consultorio, entremezcladas, las alteraciones del dormir, del amor, del miedo.
Se escuchan tonos de quejas, lamentos, imposibilidades, drama, impotencias, enojos, frustraciones. También aparecen tonos de asombro, entusiasmo, sorpresa. A veces, de alegría. Muchas, de tristeza y dolor. Otras, de desesperación, sacrificio y culpa.
Este momento en el que estamos, facilita (otra vez) que el YO lo fagocite todo y arme esa cadena causal y personal, sacrificial y redentora que ilumina, ante todo, las fallas que ubican lo insuficiente, culpógeno y atributivo. Como si la mesa familiar hablara en nosotras repitiendo todo lo que tendríamos que haber hecho y no hicimos, lo que tendríamos que haber podido y no pudimos, lo que tendría que haber pasado y no pasó.
Este momento en el que estamos, desafía (otra vez) a politizar estos automatismos para destartalarlos aunque sea un poco.
Se acaba de estrenar una película de animación japonesa de los estudios Ghibli con la dirección de Hayao Miyasaki. Un estudio que, desde su primer largometraje de animé en 1984 “Nausicaä del Valle del Viento”, alimentó las fantasías de muchas crianzas que hoy tienen más de 20 años. Familias que crecieron asomando a los mundos entrañables del castillo vagabundo, de Totoro, de Chihiro, de Ponyo y de la princesa Mononoke.
“El niño y la garza” nos asoma a un universo tan maravilloso como horroroso, pintado de colores y de grises, tramado en muertes y renacimientos de otros mundos, otras vidas, otras ideas. Paletas impresionistas que saltan a colores nítidos que saltan a una nube de pelícanos y a llamaradas de fuego y multitudes de wananaes. Abuelas tiernas y siniestras que conviven con criaturas que pasan de lo adorable a lo tenebroso en un parpadeo.
Los fuegos, las aguas, los aires, las tierras y sus criaturas asoman en el viaje que emprendemos de la mano de Mahito para reencontrarse con su mamá.
En ese viaje, girones de nuestras vidas quedan conmovidas, ya sea por un llamado, por un paisaje, por una música, por un reencuentro, por una pérdida.
Y la hipócrita moral ambidiestra que automatiza los nombres para este mundo que se pretende apocalíptico, queda destrozada.
¿Y si el apocalipsis se tratara de la disolución de la clase media?
Poor things, dirigida por Yorgos Lanthimos, también acaba de estrenarse.
Bella Baxter podría linkearse con la bella durmiente, no sólo por la belleza disney de Emma Stone sino por el viaje hacia el despertar a la vida al que nos lleva la película. Pero ella resulta más una reinterpretación de una Frankenstein que politiza lo cotidiano del vivir dónde y cómo le tocó, y al pulso de lo que va encontrándose a cada momento. Exploraciones más cercanas a Sade que a los psicoanalismos de la sexualidad. Muy cercanas a la insubordinación que salta en la potencia infantil del tocar y el preguntar acerca de lo que va pasando.
Una peli que alterna una paleta de colores oscuros con lo brillante y simultáneo de las ciudades; tomas que van del ojo de pez al gran angular deteniéndose en detalles majestuosos de mansiones, cielos, mares y paisajes, muchas veces, con destellos de azules y rosados.
Junto con Bella vamos asomando a la interpelación de los hipócritas juicios moralinos de las llamadas buenas costumbres, de los usos de las ciencias, de los cadáveres y de las vidas. Con Bella descubrimos la posibilidad de, con asombro y extrañeza, ir nombrando aquellos torbellinos emocionales que se desatan en el cuerpo y las exploraciones que posibilita.
Paseamos por esas fibras que constituyen las entrañas de lo propietario del amor filial, del amor cortés, de los desafíos al amor, de lo posesivo del amor y sus instituciones.
Bella no sólo viaja desde Londres a Portugal, Alejandría y París llevada por un abogado -tono sinvergüenza que resulta cazador cazado-, sino que despliega una capacidad voraz de conocer y aprender todo con todos los sentidos casi a la vez: “azúcares y violencias”; libros, pobreza y tristeza; la experiencia conmovedora de escuchar un fado y un alarido; un burdel y el socialismo. Y a medida que se afirma en sus pareceres y en su andar, pareciera elegir perseverar en esa honestidad brutal de decir lo que piensa, querer lo que quiere, sentir lo que siente y vivir como vive.
Algo inquietante e interesante al mismo tiempo funciona en las capas contradictorias que viven en los personajes. Ya no se trata de movimientos que se ven en función de cada situación. Ya no sucede la lucha entre el bien y el mal como en Froddo, en el Señor de los anillos, sino que la textura de Bella está tramada por la coexistencia de los posibles. Cuerpo de una madre con el cerebro injertado de su bebé. Ella es madre e hija; la Bella frankistaneada en el cuerpo de una Victoria suicida; prometida y aventurera.
Del mismo modo que el Dr. Godwin, se condensan en él Dios, padre e investigador. Él es el experimentado y el experimentador, dios creador y criatura creada, objetividad científica y subjetividad afectada. Pareciera que aquí el devenir quedara subsumido en la actualidad en acto de la vida que viven estos personajes.
Algo inquieta y queda a la vista del descarnado uso de las experimentaciones científicas así como de ciertas formas de los juegos infantiles. Corretean, como alebrijes mexicanos, un perro gallina con cola de chancho, un ganso con cabeza de cerdo, un marido casi femicida con cuerpo de cordero. Existen diferentes situaciones de crueldad que provocan extrañamientos no del todo horrorosos. Pero pareciera tratarse de una crueldad no moralizada. La crueldad de un experimento salva e inventa a Bella. La crueldad juzga y a su vez habilita un hacer. La crueldad deja bajo condena a muchos personajes de la película y a su vez les posibilita encontrar modos de vivir más allá de ella.
Un guión maravilloso que sostiene no sólo un sabroso humor satírico sino también cierta punkitud en el estar viviendo lo que se vive desgajado de cierto tono dramático, angustiante y espectacular.
Poor things demoró su estreno debido a la huelga en Estados Unidos, de actores, productores y guionistas de cine y televisión que se iniciara en julio del 2023. Entre los temas que se negociaron figuró “equidad económica, residuos, regulación del uso de inteligencia artificial y alivio de las cargas del cambio de toda la industria a la autograbación”. Después de casi 120 días acuerdan, entre muchas otras cosas, protección frente al uso no autorizado de la IA.
En estos tiempos, hay quienes usan Tik Tok para ver películas o conferencias, pero en 10 partecitas de un minuto. Un tiempo inquietante que está alterando las formas y las fuentes que construyen y sostienen los modos de argumentar. Un tiempo donde coexisten tantos tiempos que la velocidad o el letargo se imponen. Quizás en este juego de velocidades, una de las precauciones a la hora de concluir.
Leemos en La hipótesis cibernética (revista Tiqqun, 2001)
“En 1953, cuando se publica The Nerves of Government en pleno período de desarrollo de la hipótesis cibernética en las ciencias naturales, Karl Deutsch, un universitario americano de las ciencias sociales, se toma en serio las posibilidades políticas de la cibernética. Recomienda abandonar las viejas concepciones soberanistas del poder que desde mucho tiempo atrás han sido la esencia de la política. Gobernar será inventar una coordinación racional de los flujos de informaciones y decisiones que circulan en el cuerpo social. Tres condiciones asegurarán esto, dice: instalar un sistema de captores para no perder ninguna información que provenga de los «sujetos»; tratar las informaciones mediante correlación y asociación; situarse cerca de [à proximité] cada comunidad viviente. La modernización cibernética del poder y de las formas anticuadas de autoridad social se anuncia por tanto como producción visible de la «mano invisible» de Adam Smith que servía hasta entonces de clave mística para la experimentación liberal. El sistema de comunicación será el sistema nervioso de las sociedades, la fuente y el destino de todo poder. La hipótesis cibernética enuncia, de este modo, ni más ni menos, la política del «fin de la política». Representa a la vez un paradigma y una técnica de gobierno. Su estudio muestra que la policía no es solamente un órgano del poder sino también una forma del pensamiento.”
¿Cómo nombrar lo que pueden los consumos culturales de este momento y velocidades del mundo? Aún cuando quedamos ofrecidas a ciertas posibilidades de asomar a ellos, de tensionarlos con viejas prácticas, de usar y ser usadxs por los dispositivos y los múltiples usos de sus pantallas, no conviene dejar de ver las estrategias políticas que los han inventado, sin que ello signifique negar las resistencias y alteraciones de usos posibles ni poner las patas fuera del plato ni establecer una lectura maniqueísta.
Escribía respecto de Los Juegos del Hambre en Recuerden quién es el enemigo (2013) Mark Fisher: “Y es insubordinación, NO resistencia. Como han reconocido los dos analistas más agudos de la sociedad de control, Burroughs y Foucault, la resistencia no es un desafío al poder; es, al contrario, lo que el poder necesita. No hay poder sin algo que lo resista. No hay poder sin un ser vivo que sea sometido. Cuando nos matan, ya no pueden vernos subyugados. Un ser reducido al sollozo, ese es el límite del poder”.
Dos preguntas que se desprenden del descubrimiento del mundo al que nos llevan tanto Mahito como Bella Baxter, nos inquieren en este 2024: "¿Es posible cambiar mundo?" "¿Es posible que la gente cambie?"
Y, sobretodo, ¿cómo?
Nota: Dejo otro texto de películas, sobre las Matrix: Sigue al conejo blanco
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