Sentí en la madrugada
como un soplo en el pecho,
un rayo en la cabeza,
y escribí…
-¿Es cierto que Platón fue prisionero,
hecho esclavo por piratas…?
-El que pregunta ya sabe…, me dijo
Jacobo Fijman, mientras caminábamos
por los patios del hospicio… lejos… tan
lejos de aquellos mares, transparentes
como los ahogados y las sirenas…
I. Situación
Preguntas en la noche recelosa, acaso
desgraciada…
Mientras llega el alba…
Bajo un cielo desnudo
y sin pasiones…
(¡Ay de mí!)
II. Cuestiones
Preguntas, del joven poeta
que fui,
al viejo poeta que aún
no soy…
III. Escoldo
Sin piedad, Poesía…
No otorgues liviana
la condición que ya
te es ajena…
¿O nunca fue tuyo
lo que pensado era?
¿Lo que sos
no cesa al darse…?
¿No es ahora / tu música /
el silencio…?
¿O acaso la petición sincera
es el único don,
y la escucha
su humana gracia…?
¿En el final, será que todo
es uso,
jamás dominio…
de lo secular,
también de lo divino…?
IV. Imprecación
¿Cómo fue / hicimos posible
que se llevaron a los vivos…
y no enterráramos
a los muertos..?
V. Ruego
¡Ven a mí, Poesía…!
La noche es agria…
¡Ay de mi! Navego
por el mar
que arrastran los muertos…
Las olas son mi cuerpo
que golpea
contra las piedras
de la mala muerte…
sin olvido…
¡Ay de mí!
Aún no besé
los labios de la Poesía…
¡He perdido las palabras…!
¡Ven a mí, sagrada…!
VI. Diálogo posible
(a la hora incierta…)
–¿Por qué no podemos
vivir en la verdad manifiesta
del río que corre
sin otra eternidad
que su momento?
¿Gozar la alegría necesaria
del bien común / como aire
(el aire azul…) /
del pan que nace
en la mutua mirada…?
¿Demasiado simple…
demasiado riesgo…
el vivir sin ángeles,
ni espectros…?
Encontrar aquello que haya /
cual divina armonía /
otorgado por los días de los días
como respuesta final
a la pregunta que implora:
¿“que hay entre tú y mí…”?
¿O será la propia condición
de estar vivos
que impide pensar nuestra
propia muerte (¡la augusta!)
más allá de la tristeza…
tan eterna… (ma non troppo)
tan suspiro…?
¿Es el sueño que retorna
la muerte acaecida…?
–Ah, mi joven amigo… ¿Qué
lo trajo aquí, el puro desierto…?
¿Su piedad o sus dudas…?
Abunda la tristeza que muestra
en sus ojos… ¿Alguna vez
fue un niño…? La tristeza aturde…
Su voz trae recuerdos de mí…
Fui la desesperación…
¡Yo estuve allí / no lo olvide!
–Sólo repito: tengo preguntas
en la noche…
–Ah, mi amigo… No deje
de esperar el alba…
Vivir todos los días…
en el desierto oscuro…
No tiene misterio…
Ni despierta el saber…
Es un hecho burdo, más que grosero…
Cansa…
Me permito decirlo / aún escucho
esa voz…
“el que pregunta
ya sabe…”
–¡Yo también escuché la voz!
¡Sálvese quien pueda!, decía…
¡Eran graznidos de cuervos!
¡Había un cielo de gasa, púrpura,
sobre un campo de trigo!
¡También lo vi…!
–Ah, mi amigo…
No lo olvide…
La angustia no nos salva…
El dolor sin conciencia es apenas
dolor…
Al final no existe… Su recuerdo
nos ata…
Toda abundancia paraliza… Es riqueza
acumulada por miedo,
pura avaricia…
principio de destrucción…
–¿Cómo negar que abunda
la muerte
en estos días…? Hay una peste…
Nos pesa… Nos mira…
Cuenta nuestros dientes…
Crece en la noche… Sin medida…
¿Nunca la pausa… / la tregua…?
–Ah, mi amigo…
Tuve miedo de la muerte… y era de día…
Me alejé de la vida… Y ahora…
ya no tengo dónde ir…
Tanta espesa negrura… /
ni siquiera me espanta…
Ah, mi amigo… no deje
de esperar el alba…
–¿Recuerda lo que una vez me dijo…?
(mientras el día balbuceaba
ante la súbita lluvia…)
“Hay que acercarse a la poesía /
con espíritu poético…”
–Ah, mi amigo… Quise dar
una alerta… una señal de humo..
de humana luz…
La poesía es frágil…
–¿Tan frágil…? ¿La poesía huye…?
–Huye… Huye…
Como la vida sin cuidado…
Como la vida que perdió el amor…
Huye…
–¡Ay de mí! ¡Huye! ¡Huye!
Ay de mí… Escucho un coro… /
desde un cielo de nubes moradas /
ayer muy pálidas…
¿Qué dicen…? Quiero saber… (¡grito!)
¿Es la poesía quien huye /
o es la muerte..?
La noche abre sus ojos…
“El que pregunta ya sabe…”
Escucho…
Febrero de 2021
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