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Foto del escritorRevista Adynata

Rikyu / Susana Villalba



Le lleva al mundo tiempo

una mano,

una pluma.

Es imposible

atravesar un corazón

si no hay deseo

de matarlo.

Toda la tarde caminó

bajo la lluvia

como una forma de sentir

humanidad.

El tiempo -se dijo-

será esta ceremonia

del té.

Es cosa de los astros

si pueden partir

el mundo en dos

en un segundo.

Es cosa de los otros

sus manos.

No es una huella

que dejará

según mueve la pluma.

Es que esas huellas

de sus dedos

son irrepetibles.

Pero llevan su tiempo

las palabras.

No es el camino

el que dice la distancia,

los ojos

no encuentran su paisaje.

Hubiese preferido tocar

con sus palabras,

él habla

maravillosamente

y es un placer físico

escuchar.

Pero no importa

si las uvas están

a demasiada o poca altura.

Si se moja es que llueve

y es la hora

de preparar el té.

El cuerpo es un pacto

con la forma.

Pero el deseo es la forma

que tiene el corazón

de deshacerse

de su cuerpo.

Como un relámpago

espera

en la línea de la mano.

-¿El amor?

-dijo la bruja-

¿Ir al Tíbet?

Una escritora.

Los sueños son la vida

también.

Tuviste un gran amor.

-Tuve, como quien dice

una enfermedad,

escribí

poemas.

-Palabras

-dijo la bruja-

de un corazón

en círculo de fuego.

Se viste de venado

y se devora.

Una pluma en el barro.

-Cuando los amantes duermen,

amanece.

Las palabras no dan cuenta

de ese espacio

que separa a los cuerpos

en el sueño.

-Los amantes

-dijo la bruja-

no se dan cuenta.

Pero el que sueña

es un camino

como cualquier otro.

Los poemas también

son naturaleza.

Si no tocaste

esa mano no existió

más que en el sueño.

-Pero las uvas

a la altura de mi mano,

acaso

simplemente las describa

-Es una forma

como cualquier otra.

-Pero la espada y el tiempo

que le lleva al mundo

el cuerpo

que la cabeza lleva atado

como un perro.

Y el guerrero

si amanece

y en su corazón

noche cerrada.

Cantan los pájaros

y habitan la luz

como una flecha

de su propio sentido.

Dar testimonio

de una manera humana

de levantarse,

preparar el té

y escribir.

-Y acaso haber tocado

¿daría cuenta?

-Un puma

ni un venado.

Deseo de beber

un animal completo

o palpitante

en la espesura

del deseo

fugar de un cuerpo

agazapado.

Se pregunta

qué tarea tiene

entre las manos.

Palabras como espada

de dos filos.

El deseo real

como la mano

al tocar

fue tan distinta.

Cada cuerpo

irrepetible.

-El arquero

ni el caballo,

la flecha

no pregunta:

Señor

¿no tuviste suficiente

fe

en mí?





Fuente: Villalba, Susana (2019) Sin pelaje y sin sombra. Antología Poética. Editorial Llantén.


Horacio Ferrer Leyendo la carta 1936-1939 Tinta sobre pluma

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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