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  • Foto del escritorRevista Adynata

Saber la espera / Marcelo Percia

La primera vez que escuché el dicho popular “No hay que pedir peras al olmo” entendí que no había que pedir lo imposible.


Nunca había visto un olmo.


Hasta ahí solo supe que era un árbol que carecía de peras y que las sabrosas peras vivían en un peral.


Enseguida recordé una escena de la infancia en la que mi mamá me avisó: “Hoy va a venir a jugar la hija de Olmos”.


Cuando, por fin, conocí un olmo sentí emoción. Tenía una hermosa copa y estaba florecido. Pensé, ¿por qué pedirle peras si se puede disfrutar de su sombra?


Un día encontré el libro de Octavio Paz (1957) Las peras del olmo. Paz piensa que en cada vida hablante habita “un olmo que da peras increíbles”.


En eso reside la magia de la palabra, de la conversación, del amor, de la amistad.


El momento de inspiración del árbol.


Las peras del olmo no se piden. No se demanda al olmo que dé peras.


Las peras del olmo acontecen. Inexplicables y fantásticas.


Las peras del olmo no se deducen ni se infieren, se presentan de repente como hallazgos de vida en lo vivo.


Como en una ilustración de Roland Topor en la que una mujer, en una canoa, recoge un pez que cuelga como fruto de un árbol solitario plantado en medio de un inmenso lago.


El olmo no como el árbol del fruto prohibido, sino como el árbol de la pera prometida.


La pera imposible. La pera deseada y no sabida. La pera que nace cuando menos se la espera.



Roland Topor (French, 1938–1997) Sin título/Sans titre tinta y papel sobre papel. 31.5 x 23.5 cm.

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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