Escenas de crianza:
Los adultos/as cumplen una función corporizante y una función lúdica que se encuentra presente en la vida cotidiana.
Cambian los pañales: la beba se siente más libre, mueve sus piernas y eleva sus pies en cercanía con el rostro del adulto/a que los huele y le dice “qué olor” y gesticula con un falsa expresión de desagrado, … la beba sonríe y acerca nuevamente los pies a la cara que ahora abre la boca y amenaza con comérselos, con una leve mordisco, la beba ríe… los criadores a partir de un acto lúdico introducen la ficción en edades tempranas.
Este simulacro de devoración pone en juego la agresividad y anula la agresión.
Instaura un permiso: “en el juego está permitido todo”, fuera de él hay prohibiciones, solo se puede morder jugando.
Esta es una de las funciones del juego, permitir canalizar en forma lúdica los actos prohibidos.
Dentro del jugar todo es posible, mientras sea jugando. Si el adulto hubiera mordido realmente a la niña, con intención de dañarla, no habría juego. Ante el menor esbozo de pasar a lo real el juego se hubiera interrumpido
Se juega con lo prohíbo, con lo temido, con lo deseado, con lo inquietante, y al mismo tiempo “jugar es no sufrir”.
La ternura es una fuerte inhibidora de la agresión.
El sentimiento de ternura es una condición necesaria para que el jugar no esté contaminado por la crueldad, representada por conductas sádicas.
La ternura es necesaria para jugar con las/os niñas, niños.
La ternura es una fortaleza, donde la diferencia entra en diálogo.
La ternura nos puede emocionar, pero principalmente es una muestra de afecto.
En cambio, la crueldad puede emocionar a su ejecutor sin dar muestras de afectos.
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Lo que espanta de la crueldad es “la sangre fría”.
En sus orígenes Crueldad tiene resonancias. Corominas para pensar los términos cruel, crueldad, nos remite a Crudo, 1220-50, del latín CRUDUS “crudo”, propiamente `que sangra` (emparentado con cruento). En ese sentido cruento significa ´sangriento´, derivado del latín cruentus íd., deriv. De cruor ´sangre´.