“Y aquí me pongo a contar, / con mi pueblo que está herido, / por el líder que ha perdido, / la épica de una historia, / que le oponga la memoria, / a la traición y el olvido”, se lee en una placa en los primeros minutos de la película Los hijos de Fierro de Fernando “Pino” Solanas. La obra intercala versos del Martín Fierro con discursos y palabras de Perón, entrelaza el contexto de injusticias por el cual pasó Fierro con el clima de resistencia peronista desde los años 55 hasta el 73. Los militantes/actores de la obra serían una alegoría de los hijos del gaucho matrero.
Solanas actualizó y rescribió la obra capital de José Hernández para intentar ponerla a tono con la resistencia peronista. En 1971 faltaba un año para que se cumpliera el centenario de la primera publicación del Martín Fierro. Alimentada por el clima de movilización, la propuesta de continuar la saga del gaucho resistente a la autoridad, desertor y habitante de las tolderías indias, facilitó su decurso en la pantalla grande. Aunque el eje ya no estaría puesto en la perspectiva individual del mito, sino en su proyección colectiva.
En Los hijos de Fierro, la inmersión como experiencia de trasladarse a un lugar ficticio que da lugar a un placer en sí mismo, independientemente del contenido de la fantasía, ya no se reduce solamente al terreno de la ficción, sino que se materializa en militancia, organización, censura, persecución y asesinato político.
Walsh sostenía que el testimonio y la denuncia son “categorías artísticas por lo menos equivalentes y merecedoras de los mismos trabajos y esfuerzos que se le dedican a la ficción” (Moreno, 2018, p. 344). Y que en un futuro, quizás se inviertan los términos:
… lo que realmente sea apreciado en cuanto a arte sea la elaboración del testimonio o del documento, que, como todo el mundo sabe, admite cualquier grado de perfección. Es decir, evidentemente en el montaje, en la compaginación, en la selección, en el trabajo de investigación se abren inmensas posibilidades artísticas. (Moreno, 2018, p. 345)
Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de los fusilamientos en los basurales de José León Suárez en 1956 –hecho sucedido bajo el gobierno de facto de la “Revolución Libertadora” que motivó a Rodolfo Walsh a escribir Operación Masacre–, además de convertirse en narrador y actor de sí mismo en la película homónima, también es actor protagónico de Los hijos de Fierro. Literatura y cine como cuerpo, experiencia y movimiento que diluyen las barreras entre ficción/realidad. El testimonio y el documento como posibilidad artística. Como posibilidad de vida. Como posibilidad de muerte. En 1974, mientras se rodaba la película, Julio Troxler será secuestrado y asesinado por la Triple A:
… los tres hijos de Fierro –“el Mayor”, “el Menor” y “Picardía”– no solo representaban una secuela literaria. Si el padre proscripto ocupaba el lugar de Perón en Puerta de Hierro, su descendencia representaba a los sectores que llevaban la lucha, hombres de la resistencia, sindicalistas y jóvenes politizados. El terreno del mito se convertía en otro campo de combate y su aparente reserva al plano de las ideas no impediría que pronto llegaran balas muy concretas. El enemigo supo ir detectando a los mejores cuadros, y se los cargó. Martiniano Martínez, “Picardía”, había sido despedido catorce veces por su activismo y fue blanco directo. Asimismo Julio Troxler, sobreviviente de la masacre de José León Suárez y testigo clave cuando Rodolfo Walsh escribió Operación Masacre, fue asesinado sin poder terminar su papel del “Hijo Mayor”. Estábamos grabando en Tandil y de pronto por la radio de un auto informaron que habían matado a Troxler. Estaba haciendo una película y me empezaron a liquidar a los protagonistas. Era un gran dolor, una pesadilla. (García, 2008, p. 1)
Hasta ese momento la clandestinidad había sido una opción a considerar. Después del asesinato de Troxler, se convirtió en un paso necesario. Solanas se escondió durante un mes y aprovechó para reescribir en versos octosílabos el guion, originalmente en prosa. Quedó así un neo Martín Fierro que ya no usaba la vigüela para aconsejar la amistad con los jueces, como también se leerá años después en Las aventuras de la China Iron: “¡Mirá que yo voy a cantar / “Hacete amigo del juez”! / El juez no es amigo´e naides / Y obedece al coronel” (Cabezón Cámara, 2017, p. 22), ni acceder a “Escuela, Iglesia y derechos. Lo cual ya es puro sarmientismo”, como se lee en el Tamaño de mi esperanza (Borges, 1993, p. 35).
Los fusilamientos de José León Suárez no fueron un “delito” o un “error” de la Libertadora, sino un episodio más de la lucha de clases en la cual no puede haber acuerdo entre opresores y oprimidos, como lo deja expresado Walsh en el apéndice “Operación en cine” censurado por el gobierno del 73 que, según el propio autor de Operación masacre, “completa el libro y le da su sentido último”:
De los políticos solo podíamos esperar el engaño, la única revolución definitiva es la que hace el pueblo y dirigen los trabajadores. […] Lo que nosotros habíamos improvisado en nuestra desesperación, otros aprendieron a organizarlo con rigor, a articularlo con las necesidades de la clase trabajadora, que en el silencio y en el anonimato va forjando su organización independiente de traidores y burócratas. La larga guerra del pueblo, el largo camino, la larga marcha hacia la Patria Socialista. (Walsh, 2010, p. 184)
Traidores y burócratas. Memoria. 2024. Ajuste sobre la vida. Colapso. ¿Todavía nos queda algún atisbo para sorprendernos? Quizás no sean traidores, sino consecuentes con sus ansias de crueldad, consecuentes con sus ansias de gobernar.
Referencias bibliográficas
Borges, J. L. (1993). El tamaño de mi esperanza. Buenos Aires: Seix Barral.
Cabezón Cámara, G. (2017). Las aventuras de la China Iron. Buenos Aires: Literatura Random House.
García, F. (2008). “Me liquidaban a los protagonistas”. En Página 12 [en línea]. Fecha de consulta: 9 de junio del 2024. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-10160-2008-05-24.html
Hernández, J. (2005). Martín Fierro. Buenos Aires: Losada.
Moreno, M. (2018). Oración: Carta a Vicky y otras elegías políticas. Buenos Aires: Literatura Random House.
Walsh, R. (2010). Operación masacre. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
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