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Foto del escritorRevista Adynata

Váyanse a la mierda o derecho a la locura / Fernando Stivala

“El tinglado de demasías se llama normalidades”

(Percia)


Váyanse a la mierda.

¿Tiene peligros? Sí.


Váyanse a la mierda que hay un lugar para volver.

Puntos de referencia.


Nietzsche en Aurora dice:

“Si pese al formidable yugo de la moral de las costumbres bajo el que han vivido todas las sociedades humanas; si durante miles de años antes de nuestra era, e incluso en el transcurso de ésta hasta la actualidad (y téngase en cuenta que vivimos en un pequeño mundo excepcional y, en cierto sentido, en la peor de las zonas), las ideas nuevas y divergentes, y los instintos opuestos han resurgido siempre, ello se ha debido a que se hallaban protegidos por un terrible salvoconducto: casi siempre ha sido la locura la que ha abierto el camino a las nuevas ideas, la que ha roto la barrera de una costumbre o de una superstición venerada.”



Váyanse a la mierda.

No se pierdan la posibilidad.

Esa relación con lo vital.

Claro que hay peligros


¡Ayy diosas del irse muy lejos!

Vengan a mí, búsquenme,

llévenme hacia allá,

no tengan miedo,

por estos lados nos dicen q si nos alejamos demasiado nos vendrán a buscar.


Sigue Nietzsche:

“¿Comprendéis por qué ha sido necesaria la ayuda de la locura; esto es, de algo tan terrorífico e indefinible, en la voz y en los gestos, como los demoníacos caprichos de la tempestad y del mar; de algo que fuese a un tiempo digno de miedo y de respeto; de algo que, como las convulsiones y los espumarajos del epiléptico, llevara el sello visible de una manifestación totalmente involuntaria; de algo que pareciera que imprimía al enajenado la marca de una divinidad, de la que él sería la máscara y el portavoz; de algo que infundiese incluso al promotor de la nueva idea veneración y miedo de sí mismo, en lugar de remordimiento y le impulsara a ser el profeta y el mártir de dicha idea? Aunque hoy se nos esté constantemente diciendo que el genio tiene un grado más de locura que de sentido común, los hombres de otros tiempos se acercaban mucho más a la idea de que en la locura hay algo de genio y de sabiduría, algo de divino, como se decía en voz baja. A veces esta idea se expresaba a las claras. «Lo que más beneficios ha deparado a Grecia ha sido la locura», decía Platón, acorde con toda la humanidad antigua. Demos un paso más y veremos que todos los humanos supremos impulsados a romper el yugo de una moral cualquiera y a proclamar nuevas leyes, si no estaban realmente locos, se sintieron forzados a fingirlo o se volvieron verdaderamente tales.”



Sí.

Váyanse a la mierda.

Si se quedan mucho los vamos a ir a buscar.

No nos vamos a olvidar.


“El desafío consiste en vivir como se piensa; y también vale preguntarse: ¿cómo vivir lo que no se piensa, lo que no se sabe, lo que irrumpe y se impone, lo que arrasa como ansiedad, pánico, violencia?” (Percia)


¿Cómo vivir esas incomodidades con lo extraño, lo loco, lo disímil, lo inaudito, lo desconocido?


Continúa Nietzsche:

“¿Cómo volverse loco cuando no se está ni se tiene la valentía de aparentarlo? Casi todos los grandes humanos de la civilización antigua se han hecho esta pregunta, y se ha conservado una doctrina secreta, compuesta de artificios y reglas para lograr este fin, a la vez que se mantenía el convencimiento de que semejante intención y semejante ensueño eran algo inocente e incluso santo. Las fórmulas para llegar a ser médico entre los indios americanos, santo entre los cristianos de la Edad Media, anguecoque entre los groenlandeses, paje entre los brasileños, son, en sus preceptos generales, las mismas: ayunos continuos, abstinencia sexual constante, retirarse al desierto o a un monte, o incluso encaramarse a lo alto de una columna, o «vivir junto a un viejo sauce a orillas de un lago», y, sobre todo, el mandato de no pensar más que en lo que pueda provocar el rapto y la perturbación del espíritu.”

Váyanse a la mierda

No olvidar q la vida es esa atracción peligro.

No se van a quedar solos en la isla de los delirios.


“La crisis consiste en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: en este interregno, aparecen diferentes síntomas de enfermedad”. (Gramsci)

Y sigue Percia:

“Manicomios no terminan de desaparecer y otras formas de estar en común entre demasías liberadas apenas comienzan a vislumbrarse.”


Termina Nietzsche:

“¿Quién es capaz de fijar los ojos en el infierno de angustias morales —las más amargas e inútiles que se han podido dar— en el que se consumen probablemente los hombres más fecundos de todas las épocas? ¿Quién tendría valor para escuchar los suspiros de los solitarios y de los extraviados?: «¡Concededme, Dios mío, la locura, para que llegue a creer en mí! ¡Mándame delirios y convulsiones, momentos de lucidez y de oscuridad repentinas! ¡Asústame con escalofríos y ardores tales que ningún mortal los haya sentido jamás! ¡Rodéame de estrépitos y de fantasmas! ¡Déjame aullar, gemir y arrastrarme como un animal, si de ese modo puedo llegar a tener fe en mí mismo! La duda me devora. He matado la ley, y ésta me inspira ahora el mismo horror que a los seres vivos un cadáver. Si no consigo situarme por encima de la ley, seré el más réprobo de los réprobos. ¿De dónde viene si no de ti este espíritu nuevo que late en mi interior? ¡Demostradme que os pertenezco, poderes divinos! ¡Sólo la locura me lo puede probar!».”


Les pedimos a las diosas del perderse que nos vengan a buscar.

A las manías.


¿Hay peligros? Sí.

Ese miedo es real. No lo romantizamos, ni lo subestimamos, ni lo negamos.

Corremos los riesgos.

A la vez, desde las tierras del entendimiento, a veces racional, somos capaces de alojar lo que desborda.

Estamos hechos de lo mismo.

Y con ese saber de lo que no se sabe, más allá del tinglado-techo de las racionalidades, prometemos ir a buscarles si no vuelven.


Con el chorro de las palabras y los silencios.

Desconociendo lo conocido,

les prometemos alojo.


Esa promesa la hacemos hoy.

Y también nos las garantizan los pliegues de la historia.

Un saber estar ahí más allá de las racionalidades televisadas.



¡Oh diosas de los alojos!,

gracias x la confianza.

Allí me embarcaré.

En los mares embravecidos

cerca de urano y dyonisos.


Marcela Astorga Óculo en mi casa 4 2010 Toma directa. Impresión glicee. 100 x 120 cm


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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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