Lo primero que hice al leer el nuevo libro de Judith Butler, ¿Quién teme al género? [Who’s Afraid of Gender?], fue buscar la palabra "fantasma", que aparece cuarenta y un veces solo en la introducción. (Refiere a una ilusión; la del "fantasma del género", una amenaza arraigada en el miedo y la fantasía.)
Lo segundo que hice fue reírme a carcajadas con el título, porque la respuesta a la pregunta de quién le teme al género era... bueno, ¿yo? Incluso para alguien que ha escrito sobre género y feminismo durante más de una década, y que una vez ostentó el título de editora de género de este diario, hablar sobre género hoy en día puede resultar tan tenso, tan politizado, tan atrapado en una guerra de palabras que el debate, o incluso la conversación, parecen imposibles.
Quizás yo sea el tipo de lectorx al que va dirigido el libro de Butler, en el que le filósofe desmantela cómo el género se ha construido como una amenaza en todo el mundo moderno: para la seguridad nacional en Rusia [1]; para la civilización, según el Vaticano [2]; para la familia tradicional estadounidense; para proteger a lxs niñxs de la pedofilia y el grooming [acoso sexual por medio de internet], según algunos conservadores. En resumen "género", al parecer, tiene el poder de enloquecer a la gente de miedo.
El último libro de Butler llega más de tres décadas después de que su primer y más famoso libro, El género en disputa (1990), llevará la idea del género como performance al mainstream. Resulta que Butler, que ha escrito quince libros desde entonces, nunca tuvo intención de volver sobre el asunto, ni siquiera en plena guerra cultural. Pero entonces lo político se convirtió en personal: Butler fue atacade físicamente en 2017 mientras daba una conferencia en Brasil, y manifestantes quemaron un cartel con su imagen al grito de "¡Llevate tu ideología al infierno!".
Esta conversación ha sido condensada y editada para mayor claridad.
¿Alguna vez pensaste que verías un mundo en el que tus ideas estuvieran tan difundidas… y tan cargadas de tensión?
Cuando escribí El género en disputa (1990) era profesore en la universidad. Estaba dando clases, intentando trabajar en este libro que pensaba que nadie iba a leer. Aun así, sabía que no estaba hablando solo por mí; había otras personas que eran fuertemente feministas y también lesbianas o gays que intentaban entender el género de maneras que no siempre eran bienvenidas. Pero, en la actualidad, la gente que le teme a mis ideas es la que no me lee. En otras palabras, no creo que sean mis ideas lo que les da miedo. Han inventado otra cosa, una especie de fantasía sobre lo que pienso o lo que soy.
Y, por supuesto, no son solo mis puntos de vista lo que se caricaturiza, sino al género de manera más amplia: los estudios de género, las políticas que hacen foco en el género, la discriminación de género, el género en la atención de la salud, cualquier cosa que venga con "género" es una perspectiva aterradora, al menos para cierta gente.
Entonces... ¿Quién le teme al género?
Es gracioso, tengo un amigo, unx teóricx queer, al que le dije el nombre del libro y me dijo: “¡Todxs! ¡Todo el mundo le teme al género!".
Lo que está claro para mí es que hay una serie de fantasías extrañas sobre lo que es el género, lo destructivo que es y cuán aterrador resulta, que varias fuerzas han puesto en circulación: Viktor Orban, Vladimir Putin, Giorgia Meloni, Rishi Sunak, Jair Bolsonaro, Javier Milei, y por supuesto Ron DeSantis, Donald Trump y un montón de padres/madres y comunidades de estados como Oklahoma, Texas y Wyoming, que están tratando de aprobar leyes que prohíban la enseñanza de género o la referencia al género en los libros. [3]
Obviamente, esa gente le tiene mucho miedo al género. Le atribuyen un poder que en realidad no creo que tenga. Pero también lo hacen lxs feministas que se llaman a ellxs mismxs "críticxs del género", o quienes son transexcluyentes, o quienes han tomado posturas explícitas en contra de las políticas trans.
¿Podrías describir qué te impulsó a retomar este asunto?
Tenía que viajar a Brasil para una conferencia sobre el futuro de la democracia. De antemano, me contaron que había manifestaciones públicas en contra de que yo hablara, y que se centraban en mí porque soy la "papisa", la mujer papa, del género. No estoy muy segure de cómo llegué a obtener esa distinción… pero aparentemente la tengo. Llegué temprano al lugar donde se hacía el evento y podía escuchar a las multitudes afuera. Habían hecho una imagen monstruosa de mí con cuernos −lo que me pareció abiertamente antisemita−, con los ojos rojos y una especie de mirada demoníaca, y con una bikini. O sea, ¿por qué la bikini?
Como sea, quemaron ese cartel con mi imagen. Y eso me asustó de sobremanera. Y luego, cuando mi pareja y yo nos estábamos yendo, fuimos atacades en el aeropuerto: una mujer se vino encima mío con uno de los carros de valijas mientras gritaba cosas sobre pedofilia. No pude entender por qué.
Le agradeciste al joven que interpuso su cuerpo entre vos y la atacante, recibiendo golpes. ¿Era la primera vez que escuchabas esa asociación con la “pedofilia”?
Dando una conferencia sobre filosofía judía, alguien en el fondo de la sala gritó: "¡Saquen sus manos de nuestros niños!". Pensé: ¿qué? Más tarde me dí cuenta de la forma en que funciona el movimiento antigénero: si rompés el tabú contra la homosexualidad, si estás de acuerdo con el matrimonio entre gays y lesbianas, si aceptás la “reasignación de sexo”, entonces te apartaste de todas las leyes de la naturaleza que mantienen intactas las leyes de la moralidad, lo que significa que es una caja de Pandora de la cual surgirá todo el conjunto de perversiones. [4]
Mientras me preparaba para entrevistarte, recibí una alerta de noticias sobre el acuerdo "No digas gay” [Don't Say Gay] en Florida, que dice que las escuelas no pueden enseñar sobre temas LGBTQ+ desde jardín de infantes hasta octavo grado, aunque aclarando que está permitido hablar de ellos. Vos escribís que las palabras se han "figurado tácitamente como reclutadoras y abusadoras", lo que está detrás del esfuerzo por eliminar este tipo de lenguaje de las aulas.
Enseñar género, o teoría crítica de la raza, o incluso estudios étnicos, es caracterizado habitualmente como formas de "adoctrinamiento". Entonces, por ejemplo, esa mujer que me acusaba de apoyar la pedofilia, sugiere que mi trabajo o mi enseñanza sería un esfuerzo de "seducción" o "grooming".
En mi experiencia como docente, las personas están discutiendo entre sí todo el tiempo. Hay tanto conflicto. Es caótico. Suceden muchas cosas, pero el adoctrinamiento no es una de ellas.
¿Qué podrías decir sobre la deformación del lenguaje en las izquierdas?
Mi versión de la política feminista, queer y transafirmativa no consiste en hacer de policía. No creo que debamos convertirnos en policías. Me da miedo la policía. Pero creo que un montón de gente siente que el mundo está fuera de control, y que un lugar donde pueden ejercer cierto control es el lenguaje. Y parece que entonces entra en juego el discurso moral: llamame así. Usá este término. Estamos de acuerdo en utilizar este lenguaje. Lo que más me gusta de lo que hace la gente joven −y no solo lxs jóvenes, aunque ya todxs son jóvenes para mí− es la experimentación. Me encanta la experimentación. Decir: ¡Ey, inventemos un nuevo lenguaje! Juguemos. Veamos qué lenguaje nos hace sentir mejor con nuestras vidas. Pero creo que necesitamos tener un poco más de compasión por el proceso y sus ajustes.
Quisiera que nos tomemos un momento para hablar sobre categorías. Habitaste varias, butch [marimacho], queer, mujer, no binarie, pero también dijiste que sospechás de ellas.
Cuando escribí El género en disputa, abogaba por un mundo en el que pudiéramos pensar en la proliferación de géneros, más allá del típico binario hombre-mujer. ¿Cómo se vería eso? ¿Qué podría ser? Cuando la gente empezó a hablar de ser no binarie pensé, bueno, es eso lo que soy. Yo estaba intentando ocupar ese espacio entre las categorías existentes.
¿Seguís creyendo que el género es "performance"?
Después de que se publicara El género en disputa, hubo algunxs miembrxs de la comunidad trans que tuvieron problemas con él. Entonces pude ver que mi enfoque, que llegó a denominarse “enfoque queer" −lo que era un tanto irónico de cara a [cuestionar] las categorías− para algunas personas no estaba bien. Ellxs necesitan sus categorías, necesitan que sean correctas, y para ellxs el género no se construye ni se performa.
No todo el mundo quiere movilidad [en su vivencia del género]. Y creo que ahora lo tengo en cuenta.
Y al mismo tiempo, para mí, la performatividad es estar representando quiénes somos, tanto nuestra formación social como lo que hemos hecho con esa formación social. Por ejemplo, mis gestos: no me los inventé de la nada, hay una historia de judíxs que los hacen. Estoy dentro de algo construido social y culturalmente. A la par, encuentro mi propio camino en ello. Y siempre he sostenido que tanto estamos formadxs como que nos formamos a nosotrxs mismxs, y eso es una paradoja viva.
¿Cómo define “género” hoy en día?
Bueno, vaya pregunta. Supongo que he revisado mi teoría de género, pero ese no es el punto de este libro. Lo que quiero decir es que la "identidad de género" no es todo lo que entendemos por “género": es un elemento que pertenece a un conglomerado de elementos. El género es también un marco −un marco muy importante− en Derecho, en política, para pensar cómo se instituye la desigualdad en el mundo.
Este es tu primer libro [publicado en Estados Unidos] con una editorial no académica. ¿Fue una decisión consciente?
Sí, claro. Quería llegar a la gente.
Es curioso, porque muchas de tus ideas sí llegan a la gente, aunque en fragmentos de la era internet. Pienso, por ejemplo, en esas remeras que dicen “el género es unx drag” [gender is a drag] o en [el meme de] "Judith Butler explicada con gatos". Me llama la atención que mucha gente que dice haberte leído en realidad solo leyó la descripción del posteo de instagram en el que aparecés.
Bueno, no lxs culpo por no haber leído ese libro. Era áspero. Y algunas de esas frases son verdaderamente imperdonables. Espero no haber hecho eso en ¿Quién teme al género?.
Siento que estoy más en contacto que antes con la gente que se está moviendo en el territorio a nivel mundial. Y eso me gusta. [5]
Notas:
[1] En diciembre de 2023 la Corte Suprema de la Federación Rusa prohibió al movimiento de lesbianas, gays, bisexuales, trans*, intersex y otras identidades no hetero-cis-normadas (LGBTI+) internacional por considerarlo “extremista”, impidiendo sus actividades públicas y organización en todo el país. Casi en simultáneo, razzias policiales en las ciudades que concentran mayor cantidad de habitantes, Moscú y San Petersburgo, ingresaron a bares y clubes LGBTI+ logrando incluso su clausura, a causa de oficiales de policía citando el fallo de la Corte. Ver más en la página de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (en inglés). [Nota de la traducción]
[2] En su más reciente expresión del viernes primero de marzo de 2024, en la conferencia internacional ‘Hombre-Mujer Imagen de Dios. Por una antropología de las vocaciones’, el Papa Francisco calificó a los estudios de género como el peligro más feo y desagradable que amenaza la humanidad: "Pedí estudios sobre esta fea ideología de nuestro tiempo, que borra las diferencias y hace que todo sea igual; borrar la diferencia es borrar la humanidad. El hombre y la mujer, en cambio, se mantienen en fecunda tensión”. Idéntica posición ya había sido planteada en 2019, cuando la Congregación para la Educación Católica publicó un documento titulado "Varón y mujer los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación". Leer más en la nota de prensa “La ideología de género, el peor peligro de nuestro tiempo” (1/3/2024) de Vatican News, la agencia oficial de noticias del Vaticano. [N. de la t.]
[3] Se refiere a una serie de líderes mundiales conocidxs por sus declaraciones abiertamente en contra de la “ideología de género” y, particularmente, de la diversidad sexo-género-corporal, cuando no sustancialmente xenófobas y racistas. Respectivamente: al primer ministro de Hungría desde 2010, Viktor Orbán; el presidente de Rusia desde 2012, Vladimir Putin; la Presidenta del Consejo de Ministrxs de Italia desde 2022, Giorgia Meloni; el primer ministro de Inglaterra desde el mismo año, Rishi Sunak; el expresidente de Brasil 2019-2023, Jair Bolsonaro; el presidente actual de Argentina 2023-2027, Javier Milei; el expresidente estadounidense 2017-2021, Donald Trump; el gobernador del estado de Florida desde 2019, Ron DeSantis; y las comunidades de estados del centro y sur de EE. UU. Oklahoma, Texas y Wyoming. [N. de la t.]
[4] Una lectura crítica y sólidamente argumentada respecto del problema del movimiento anti(ideología de)género puede leerse en un breve texto escrito por Butler, titulado para el suplemento Soy de Página 12 “No disparen contra la ideología de género” (8/2/2019), traducido por Romina Rekers y Julia Bloch del publicado originalmente por la revista londinense The New Statesman (“The backlash against ‘gender ideology’ must stop”, 21/1/2019) y de primera aparición en castellano en la Revista Bordes. [N. de la t.]
[5] El 6 de junio de 2023 Butler presentó una conferencia pública en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) con el mismo título del libro, “Who’s Afraid of Gender?”, donde amplía y complejiza lo expresado en esta entrevista frente a un auditorio entre quienes se encontraba, por ejemplo, Sara Ahmed (“Judith Butler's public lecture at University of Cambridge 2023”, disponible solo en inglés). [N. de la t.]
Fuente: Entrevista realizada por Jessica Bennet, publicada con el título “Judith Butler piensa que estás sobreactuando” el 24 de marzo de 2024 en la edición No. 60.103 del New York Times.
Traducción y notas: Joaquín Allaria Mena.
Esta traducción se realiza únicamente con fines académicos.
Comments